domingo 5 de mayo, 2024
  • 8 am

Trampas

César Suárez
Por

César Suárez

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Por Dr. César Suárez
La salud de cualquier individuo suele estar atada a la edad y a la idiosincrasia genética.
Existe cierta predisposición individual para adquirir afecciones de acuerdo a las debilidades y fortalezas de cada uno y en forma periódica tenemos ciertas indisposiciones que nos limitan nuestro desempeño normal que, en ocasiones, nos sacan de nuestras rutinas, pero la propia naturaleza se encarga de intentar de reparar lo que se alteró o se rompió, frecuentemente con la ayuda de gente que entiende de la biología humana.
Nuestra condición biológica va transformando nuestra apariencia desde el nacimiento hasta el final, en el correr del tiempo la naturaleza nos va colocando en nuestro cuerpo toda clase de elementos que hacen que los demás estén en condiciones de calcularnos la edad sin equivocarse demasiado.
Sin embargo, la conducta individual va poniendo cierta impronta a cada uno que en ocasiones altera en forma variable la intención que la naturaleza tiene para con nosotros y hacemos todo lo posible para dificultarle esa intención, nuestra condición que nos da nuestra inteligencia nos lleva a inventar cosas, que en ocasiones, favorecen las condiciones biológicas, pero en otras ocasiones, por el contrario, aprovechamos la inventiva para dificultarle a la naturaleza la intención de cumplir con su verdadero propósito.
Tenemos la ingobernable tendencia a probar para ver como es, y frecuentemente, caemos en la trampa, tal les sucede a los animales que pueblan la naturaleza, que, atraídos por el cebo, caen en la trampa del cazador y luego, ya es casi imposible escapar.
Probar, por ejemplo, que sensación nos producirá fumar tabaco y ya que estamos, qué pasará si fumo otra cosa, es sólo para probar, pero la trampa está bien armada y ante el primer descuido, la trampa se cierra dejando atrapado al curioso que después no encuentra la forma de salir.
La inventiva pone a nuestra disposición infinidad de trampas que disimuladamente atraen a la víctima con una falsa puerta de salida con apariencia tan real que asegura el escape, pero resulta que está cerrada y al momento de tantearla está con llave y la llave no está ahí y se hace difícil la salida.
El juego de azar, el alcohol, los alucinógenos, la comida chatarra, el sedentarismo, la desidia, el cuanto – cuanto, el quizás mañana, el lunes empiezo, van desnaturalizando nuestra salud física y emocional y por más que la sabia naturaleza intente hacer su trabajo con nosotros poniendo todos sus recursos a disposición, a nosotros se nos ocurre hacer lo contrario.
La naturaleza nos aporta generosamente abundante aire puro pero a nosotros se nos ocurre respirar humo de tabaco contaminado con cientos de sustancias cancerígenas, pero como a algunos les parece poco, agregan o cambian por otras sustancias que terminan por confundir las ideas, la naturaleza ofrece generosa, frutos de la tierra, generosos en componentes saludables, no, a nosotros se ocurre que la comida chatarra es mejor, la naturaleza nos ofrece agua pura para hidratar todas las funciones vitales, pero no, nosotros consumimos bebidas cola o aguas saborizadas o abundante alcohol que nos libera transitoriamente de nuestros dilemas y después nos deja como piltrafas, la naturaleza nos ofrece generosamente hermosos paisajes para caminar largamente entre ellos, pero no, preferimos quedarnos sentados frente al televisor, y claro, todo tiene su precio y a su momento se paga y ya no hay nada que lo acomode porque la trampa está cerrada a cal y canto y ya no hay casi forma de salir y no hay genio que nos rescate.
Las trampas están estratégicamente distribuidas, la estrategia es utilizar esa inteligencia que la naturaleza nos dio para esquivar a cualquiera de ellas.