viernes 3 de mayo, 2024
  • 8 am

Mirando la historia de Elena y Rita

Gisela Caram
Por

Gisela Caram

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Por Ps. Gisela Caram
Las relaciones entre madres e hijas son diversas y cambiantes a lo largo de la vida. De querer ser como la mamá en la infancia, a rebelarse y ser bien diferente en la adolescencia… Dependerá en gran parte de la madurez de la madre en como ir acompañando los diferentes momentos. Cuanto más autoconocimiento e inteligencia emocional haya desarrollado la madre, más saludable y menos conflictiva será ese vínculo. Pero hoy quiero compartir una historia diferente, un vínculo tóxico entre una madre y su hija. Rita tiene 43 años, es soltera y vive con su madre de 65, a quien cuida y atiende, pues ésta, se encuentra limitada por la enfermedad de Parkinson. Repentinamente le avisan a la madre, que Rita ha muerto. Ahí comienza una búsqueda detectivesca de esta madre para encontrar al culpable de la muerte de su hija… “Elena sabe”, novela de Claudia Piñeiro, llevada al cine por Anahí Berneri, y actuada brillantemente por Mercedes Moran y Erica Rivas, nos llevan a recorrer y repensar los vínculos madre-hija; las etapas de la vida; la soledad, las enfermedades limitantes,los mandatos de otros tiempos, y el no perder el tiempo a la hora de mirar hacia adentro. Con la muerte de Rita, Elena que se muestra como una mujer dura y hostil, comienza una recorrida por lugares donde su hija frecuentaba, intentando encontrar alguna pista que la lleve a descubrir quién mató a su hija… A medida que empieza a conectar con los lugares y personas por los que transitaba su hija, van viniendo a su mente, recuerdos de diferentes momentos vividos con ella… Su desconfianza la lleva no a descubrir “un asesino”, sino que la conecta con cosas de su hija que jamás se había “detenido a pensar.” Una Rita que de adolescente tenía una mejor amiga, era cariñosa y alegre. Una Rita adulta compañera y con sueños, que cuando encuentra el amor, y planea su vida con él, le es saboteado por una madre demandante y tirana. La angustia por la enfermedad de su madre, su no reconocimiento, su negatividad y la falta de empatía, van inundando el mundo interno de Rita. No se sabe nada del padre de Rita, se supone que Elena tuvo que haberla criado sola. Se supone, por detalles que se van viendo en la película, cuanto influyeron las frustraciones de Elena, que son trasmitidas a su hija. Después de la muerte de Rita, visita a la amiga de su hija, y ahí se esclarecen cuestiones que le permiten a Elena conectar con otras emociones.La mejor amiga,que se embaraza siendo adolescente y Elena se impone frente al deseo de la joven de interrumpir el embarazo. Las conversaciones que Elena va teniendo con el cura, la policía, el psiquiatra que atendió a Rita cuando ya no podía más con la tristeza y las no ganas de vivir, la amiga de la adolescencia, son las que van dejando al descubierto una profunda depresión, que Elena no pudo captar. Captar las emociones del otro no es sencillo, porque no todo el mundo deja ver su “jardín interior” ni todo el mundo le da el valor al desarrollo de la empatía. Elena no presenta ninguna muestra de gratitud con su hija, pero no por la enfermedad, hay una respuesta descalificante y negativa a todo lo que Rita hace, desde siempre. Si bien esta película nos acerca a un vínculo conflictivo, que termina mal, nos invita a pensar en cuestiones de la vida misma, el conocerse a uno mismo, conectar con qué nos pasa, qué nos afecta, que nos agobia y cómo lo resolvemos. La película interpela el deseo de ser madre. Nos hace ver cuánto más llano está el camino de las mujeres hoy, que pueden elegir si quieren o no serlo, cuándo y cómo… Pero también nos conduce a hacernos cargo de nuestras vivencias interiores para no trasmitirlas a la generación siguiente. Lo que no se ordena adentro, se transfiere. Más allá que no sea la intención de ninguna madre, dañar a sus hijos… Si estaría bueno mirar nuestra historia, nuestras vivencias, nuestros miedos, nuestros traumas, ordenarlos y sanarlos para que no nos trasciendan…