viernes 26 de julio, 2024
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“Carpe diem” y “La sociedad de la nieve”

Dr. Pablo Perna
Por

Dr. Pablo Perna

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Por Pablo Perna
La historia comienza en 1959 en una academia educativa prestigiosa, donde el Profesor de literatura interpretado por Robin Williams lleva a sus jóvenes alumnos al salón de la memoria de la Institución. Les dice a sus estudiantes que observen las fotos de las generaciones pasadas, cuyos cuadros blancos y negros lucían en las vitrinas, sosteniéndoles: “Recojan flores mientras puedan porque seremos pastos para los gusanos, todos los que estamos en esta sala un día dejaremos de respirar, nos enfriaremos y moriremos, quisiera que se acercaran y examinaran estas caras del pasado, la han visto al pasar pero no se han parado a mirarlas, no son muy distintos a ustedes, el mismo corte de pelo, repleto de hormonas igual que ustedes, invencibles como ustedes se sienten, se creen destinados a grandes cosas como muchos de ustedes, estos muchachos están ahora bajo tierra, pero si escuchan con atención verán cómo les susurran al oído…; ¡acérquense y escuchen!”, los jóvenes se acercan a las fotos mientras el profesor le susurra reiteradamente en sus oídos: “carpe diem, carpe diem”.
Esta es una de las escenas más icónicas de la película que fue estrenada en 1989 titulada “La sociedad de los Poetas muertos”, que me ha venido a la cabeza una y otra vez luego de ver la película recién estrenada en cines y que a partir del próximo 5 de enero estará en Netflix, que es la “Sociedad de la nieve”. La misma reproduce la historia real de la tragedia de los Andes del 13 de octubre de 1972, donde un avión uruguayo parte con 45 pasajeros; viajaba un equipo de jóvenes de rugby pertenecientes al Old Christians Club de Carrasco – Montevideo, que viajaban a Chile, donde termina accidentándose en las cordilleras donde sobrevivieron 16, luego de haber vivido 72 días en situaciones extremas, con temperaturas de 30 grados bajo cero.
Si bien todos conocemos la historia, el ver la película y de ser posible en cine, es verdaderamente una experiencia inolvidable, donde los propios protagonistas del siniestro hoy aparecen actuando en la misma cargada de simbologías y emociones. En la película, al llegar al aeropuerto uno de los jóvenes que va a sufrir el accidente en horas, es recibido en la puerta de Carrasco por uno de los sobrevivientes o la interpretación de Carlos Páez, sobreviviente, que actúa representando a su propio padre, el artista plástico Carlos Páez Vilaró, contaba Páez Vilaró que le había tocado leer por primera vez la lista de los sobrevivientes, que era trasmitida al Uruguay por Radio Carve cuando le dan la lista debía de leer dos veces el nombre y seguir al siguiente, dice que no se animo ver la lista completa para saber si su hijo había sobrevivido, por lo que al llegar al nombre de su hijo se trasluce la emoción: “Carlos Miguel Páez, ¡mi hijo!”.
La película, dicho por los propios protagonistas, que juntos a los familiares de los que no sobrevivieron, acudieron al cine al estreno, dijeron que era lo más real que han visto, pudiendo revivir hasta los olores y las detalles más recónditos. Carlos Páez le dijo al director de la película luego de verla: “Boyano, sos un hijo de puta”.
Las conversaciones de los jóvenes protagonistas, las dudas sobre la existencia de Dios, el sentido de tantas muertes innecesarias, el frio extremo, el alud, el abandono de la búsqueda, la falta de comido que los lleva a comerse los cadáveres previo a las discusiones filosóficas, religiosas y legales si debían o no de alimentarse de los muertos; la división del trabajo desde quienes cortaba los cuerpos, quien distribuía las partes para que el resto no viera de quien se estaban alimentando, el que curaba a los enfermos, los que salían a explorar, entre otras funciones.
Son experiencias de vidas en situaciones extremas que hablan sobre la naturaleza y esencia humana, por lo que es una película altamente recomendable y más al culminar un año y comenzar otro, y a modo de reflexión de la terminología latina de “carpe diam”, que significa aprovechar el día mientras puedas, el mañana podría ser demasiado tarde. ¡Feliz año y lo mejor para el 2024!