Por Cecilia Eguiluz
Este año, la vorágine propia del período electoral se presenta junto con esperanzas, ya que cada ciudadano asumirá la responsabilidad de decidir el rumbo del gobierno nacional para los próximos cinco años. Este ejercicio democrático implica no solo renovar la confianza en el sistema, sino también en las personas.
Para aquellos que nos postulamos para algún cargo, este año nos plantea desafíos y la incertidumbre de los resultados, convirtiéndose en una experiencia emocionante. Al final del día, la última palabra la tiene la ciudadanía, el poder soberano que determinará a quién le renueva el «vale electoral», a quién le retira la confianza y quién merece una oportunidad.
Por decisión absolutamente personal, me mantuve alejada de las listas y candidaturas durante algunos años, es decir, «fuera del sistema político». Esto me permitió observar desde la distancia, realizar profundas autocríticas, madurar, aprender, formarme aún más y comprender muchas cosas que antes, por diversas circunstancias, no visualizaba con claridad. Considero que este ejercicio de tomar distancia y cambiar la perspectiva de vez en cuando es recomendable.
A pesar de los avances en la ciencia política y los análisis de expertos, sigue siendo un misterio sin resolver cuál es el factor determinante que lleva a cada ciudadano a elegir a quién vota. Esta incertidumbre es alentadora, ya que nos obliga, como políticos, a escuchar siempre y a permanecer en vilo para cumplir con las expectativas.
Más allá de la importancia de los candidatos, es sumamente valioso analizar las propuestas y líneas de acción, especialmente en relación con los problemas estructurales de nuestro país. En mi opinión, el Frente Amplio perdió las elecciones de 2019, entre otras razones, por no abordar eficazmente el problema de la seguridad pública. Su política en este ámbito resultó ser un fracaso, agravando la situación a lo largo de sus 15 años de gobierno con políticas fallidas y porfías institucionales.
Es justo reconocer que actualmente en Salto tenemos un panorama más tranquilo en comparación con los últimos años del gobierno del FA, cuando la población salió a la calle a pedir controles y justicia ante horrendos crímenes. Sin embargo, no debemos ignorar lo que está sucediendo en varios departamentos del país. Los crímenes vinculados al narcotráfico han recrudecido y en algunas zonas parecen ser habituales. Al finalizar el 2023, se produjeron 9 homicidios en una semana, lo que llevó al Senador Manini Ríos a reclamar cambios en la seguridad, señalando enfáticamente «no se terminó el recreo», ya que la inseguridad pública está en niveles inaceptables, y le asiste razón a la luz de los resultados.
En mi opinión, este gobierno de coalición perdió la oportunidad de asignar el Ministerio del Interior a Cabildo Abierto, el partido liderado por Manini Ríos. Desde el primer día, este partido tuvo claridad sobre las medidas necesarias en seguridad e inteligencia, pidiendo hacerse cargo y promoviendo medidas concretas que no se tuvieron en cuenta. Aunque en Cabildo Abierto hay personas preparadas para gestionar la seguridad pública, como señaló Manini Ríos, «no tenemos ni al portero en el Ministerio del Interior». Ahora, con las elecciones a la vuelta de la esquina, el FA y el PN hablarán sobre seguridad pública y se enfrentarán con todas sus municiones, pero la verdad es que ambos fracasaron. Cabildo Abierto tiene la llave para abordar este tema y poner fin de una vez por todas al recreo, evitando así que la situación de nuestro país sea irreversible. Manini Ríos es nuestro candidato a Presidente y sin duda tiene la capacidad de liderazgo en este tema tan crucial y entre otras cosas por ese motivo trabajaremos incansablemente por él.
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