Por Cecilia Eguiluz
Esta interrogante debería resonar constantemente entre aquellos de nosotros que llamamos a este lugar nuestro hogar, especialmente cuando recibimos a visitantes que reconocen las bellezas naturales con las que hemos sido agraciados y la riqueza patrimonial heredada de nuestros antecesores.
Sin embargo, y lamentablemente, surge un «pero» evidente: la notoria falta de cuidado en Salto, una negligencia que se ha institucionalizado, otorgando a la ciudad una apariencia descuidada y abandonada, contraria a su pasado radiante y admirado. La suciedad en las calles, los pozos de las calles, la falta de mantenimiento, la clausura de museos y lugares públicos donde el césped ni siquiera se corta… citando al PIT-CNT: «se nota la desidia y poco apego».
Este tema me hizo recordar una de las brillantes reflexiones del Presidente Jorge Batlle sobre los hábitos de conducta de la sociedad y su destrucción intencional. Las costumbres simples, decía Batlle: «cómo nos dirigimos los unos a los otros, cómo nos tratamos, cómo nos respetamos, qué lenguaje empleamos, qué palabras nos decimos, que palabras no nos decimos»… «los hábitos, la limpieza, estar bien presentados, bien lavados, bien peinados, bien afeitados, dar una expresión de pulcritud, eso que era lo esencial de nuestro país, eso también, había que destruirlo», refiriéndose a «Mujica el destructor», según lo expresó en esa misma conferencia.
Esto me llevó a pensar precisamente en lo que está sucediendo en Salto desde hace algún tiempo. La administración departamental nos ha acostumbrado a la mediocridad, a no limpiar, a no reparar, a no cuidar, a no proteger, a no valorar nuestro patrimonio.
Estoy convencida de que este no es el Salto que desean muchos de los salteños. Miramos con tristeza día tras día lo que podría haberse hecho y no se hizo, o lo que podría estar en proceso pero se descuida y se abandona. La intendencia debe encargarse de lo esencial: limpiar, reparar, mantener y mejorar la ciudad y su infraestructura. En este sentido, la administración actual no ha cumplido con su cometido básico, es decir, con el «A, B, C» de cualquier gestión.
Algunos pueden creer que estas cosas no son importantes, pero otros pensamos que son parte de los valores que debemos recuperar, preservar y enaltecer como salteños. Queremos y nos gusta ver que Salto cumple con las mejores tradiciones que siempre nos han enorgullecido.
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