
Por Melisa Ferradini.
Andrea Zunini es una mujer muy agradecida a la vida. Hija de Daniel y Olga, esposa de Rodrigo, madre de Germán y Magdalena, hermana de Álvaro y de Celia, y muy amiga de sus amigos. Muy agradecida de esa red de sostén que son sus afectos, y que tanto la definen, porque somos de alguna forma la suma de esos encuentros. En esta entrevista con CAMBIO, la destacamos en este mes especial para las mujeres, su lado humano y profesional en nuestra sociedad.
-El Día Internacional de la Mujer es un momento clave para reflexionar acerca de los avances logrados. ¿Cómo definiría la situación actual en términos de igualdad de género?
-Creo que se ha logrado mucho si miramos hacia atrás, por ejemplo, la gran mayoría de nuestras abuelas no tuvieron la posibilidad de elegir estudiar, o de tener al menos un trabajo fuera del hogar. Salían de la casa de sus padres solo casadas, dejaban de depender económicamente de sus padres para pasar a depender de su marido, con el mandato de ser madres, esposas, amas de casa, sin animarse a soñar otra posibilidad, otro camino. Hoy las posibilidades son otras, no solo las mujeres estudiamos carreras universitarias que antes parecían ser exclusivas de varones, sino que también elegimos estudiar en distintos momentos de nuestras vidas y podemos hacerlo. Por otro lado, si bien cada vez ocupamos más puestos jerárquicos en las organizaciones, puestos de liderazgo, y de alguna forma la brecha de las desigualdades se han achicado, aún existe, persiste…
¿Por qué cree que aún existe esa brecha?
-Supongo que es por el fuerte arraigo predominantemente machista que existe en nuestra cultura, y no creo que solo se dé por responsabilidad de los hombres, por la mirada masculina, sino también por nosotras mismas, justamente por haber nacido y crecido en determinado contexto cultura. He notado como muchas veces somos las propias mujeres las que subestimamos nuestras capacidades o creemos que el género puede ser un determinante frente a determinadas competencias o aptitudes, cuando no lo es…
De todas formas, celebro que cuando hablamos de conseguir iguales derechos y oportunidades para las mujeres también sean hombres los que lo pidan, que sean ellos quienes también estén dispuestos a cerrar las brechas de desigualdades existentes.
“Hay brechas muy profundas en la sociedad, pero hay indicios de cambios”
-¿Hay una nueva forma de vivir la masculinidad?
-Como te decía, siento que la lucha por la equidad de derechos y de oportunidades ha dejado de ser un tema solo propuesto por mujeres. Seguramente esto se da porque hay una nueva forma de vivir la masculinidad, como decís, que va más allá de compartir las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. He visto la intención de querer erradicar comportamientos o comentarios machistas que hasta no hace mucho estaban muy naturalizados en nuestra sociedad. Son indicios de que algo está cambiando, aunque insisto, son brechas muy profundas en nuestra sociedad y aún hay un arduo camino por delante.
-¿Cómo surgió su vocación por estudiar Comunicación, cuando era una profesión que principalmente la ejercían hombres?
-Desde niña sentí la vocación por la comunicación. Si bien la comunicación verbal nunca fue un problema para mí, podríamos decir que siempre fui una niña muy conversadora (ríe), la escritura, la expresión escrita determinó mis años escolares. Muy pronto me di cuenta cuanto amaba escribir. Mis padres lo notaron e impulsaron esa vocación, estimulando mi gusto por la lectura y animándome a participar en concursos de cuentos, luego en un taller de escritura con Leonardo Garet que marcó mi adolescencia y finalmente decidí estudiar Ciencias de la Comunicación, una carrera prácticamente nueva a inicios de los años 90. No había mujeres que yo conociera que la hubieran cursado, pero eso no me importó. Sentía que era para mí aunque no tuviera muy claro a donde me llevaría. El gusto por la escritura me hacía pensar que sería periodista de prensa escrita, de hecho hice esa especialización, pero también mi parte más creativa me llevó a interesarme por la redacción publicitaria, por eso también me formé en Publicidad. Luego, ya recibida, la afinidad a tratar con las personas, a interesarme a ayudarlas a mejorar su comunicación interpersonal al ver como afectaba el buen desempeño de los grupos de trabajo, me llevó a formarme en comunicación organizacional, que es en el área dónde me desempeño desde los últimos años.
-¿Se ha sentido cuestionada en algún momento de su carrera profesional por ser mujer? ¿Cree que se le ha exigido más por el simple hecho de serlo?
-Creo que no, incluso cuando vuelvo a Salto luego de haberme recibido en el año 1997, con 23 años, llegué con propuestas laborales concretas, volví con trabajo. Siento que lo que se valoraba principalmente era mi formación universitaria, mis conocimientos, sin reparar en que era joven y mujer. Se me abrieron varias puertas en seguida. Una de ellas fue la de CAMBIO, cuando en el año 2000 Julio Aguirrezábal y Pascual Perna escucharon con mucho entusiasmo la propuesta de hacer una Fiesta para rendirles homenaje a mujeres salteñas destacadas en ocasión al Día de la Mujer. Así surgió la Fiesta de la Mujer de CAMBIO, un evento que lo hicimos juntos hasta el 2016. Fueron hombres los que quisieron hacerlo, los que tomaron la decisión de apoyar esta iniciativa y los que confiaron en mí para que me ocupara de su coordinación.
-Y hace poco tiempo, aun siendo una mujer de la Comunicación, decidió estudiar psicología ¿Que la motivó a hacerlo?
-Podemos decir que he ido mutando, primer me interesó mucho la comunicación escrita, luego la publicitaria, luego pasé a trabajar apoyando a emprendedores en Salto Emprende y en los últimos años he ido consolidando mi trabajo en la comunicación organizacional. En el trabajo del comunicador dentro de las organizaciones, como es el que llevo adelante en la Unidad de Comunicación del Club Remeros y en la de Centro Médico desde hace varios años. Es un trabajo que desempeño siempre en equipo, con otros compañeros, con formaciones complementarias a la mía. Lo hacemos también trabajando a diario con otros equipos, interactuando con otros grupos, por eso la comunicación interpersonal es clave. Siempre voy a ser comunicadora, está en mi esencia y creo que la vocación de servir, de colaborar para aliviar el dolor del otro y para promover su bienestar, sea en términos de salud o de calidad de vida también.
Esto es algo que he ido descubriendo con el tiempo y que ya al estar cursando el último año de Psicología, puedo asegurar que también es una disciplina que me apasiona profundamente y que me siento muy feliz de haberme animado a hacerlo en este momento de mi vida.