Dr. César Suárez.
Pte. Regional Norte.
Colegio Médico del Uruguay.
La sociedad que habitamos, exige roles, alguien se tiene que ocupar de cosas para que la rueda social funciones y no se detenga y dedicarse a algo es una suerte de mandato que ya se comienza a imponer desde los primeros años de vida en la pregunta reiterada de la que nadie escapa, ¿Qué quieres ser cuando seas grande?, cada uno comienza su preparación como una suerte de obligación que se inicia cada vez más temprano y que los padres toman como una obligación o como una responsabilidad, orientar a sus hijos para que tengan un futuro que no es otra cosa que encontrar una manera estable para sobrevivir en forma decorosa o mejor que eso.
Los años pasan y los niños crecen y en algún momento comienzan a husmear hacia donde debieran dirigir sus pasos, decisión que no está exenta de las circunstancias de cada momento y donde muchas veces la elección está relacionada a elegir dentro de lo que está al alcance y no necesariamente en lo que se aspira a ser, en ocasiones a la vocación y en otras a la conveniencia.
No necesariamente vamos a caer en el casillero que se ajuste a nuestro molde y luego de un largo camino recorrido, muchos se dan cuenta que la tarea que les ha tocado o elegido, no se ajusta a su perfil, pero ya parece tarde para cambiar de rumbo, pero el hastío con la tarea lleva a generar respuestas emocionales que alteran el humor, el rendimiento y hasta la capacidad de convivencia.
Esto realmente suele suceder en cualquier tipo de ocupación, por falta de vocación, por exceso de exigencia, por falta de reconocimiento de la tarea que se realiza, por falta de empatía, por salario que no se ajusta a las aspiraciones, entre otras cosas. Esto lleva a un agotamiento emocional que ya no deja casi pensar y a eso la medicina lo denomina como “síndrome de Burnout” que se define como un síndrome resultante del estrés crónico del trabajo que no ha sido gestionado con éxito.
Todo esto conspira seriamente con el rendimiento laboral y en ocasiones se transforma en una incapacidad transitoria o permanente para continuar en su tarea y como cualquier otra enfermedad requiere un encare por especialistas y en ocasiones, de licencias médicas para evitar consecuencias propias y para terceros.
En la profesión médica suele constatarse este tipo de situaciones porque es una profesión como cualquier otra ejercida por personas iguales a cualquier otra persona con la particularidad que tiene la responsabilidad de atender la salud y las inquietudes de otras personas que presionan por una solución perentoria para situaciones difíciles de resolver.
En el Colegio Médico del Uruguay, este tema ha sido motivo de consideración en múltiples instancias y se han diagramado estrategias para asistir a colegas que las situaciones de estrés repetidas los ha instalado en el casillero del Síndrome de Burnout y que les impide desempeñarse eficientemente por tener una enfermedad emocional severa que perturba su conducta alterando la convivencia familiar y su capacidad para resolver situaciones que demandan los pacientes.
Es un problema muy complejo, porque el profesional no puede revelar su situación ya que perdería ascendencia sobre su paciente,el profesional vive de su trabajo y de su salario,pero necesita asistencia que lo contenga y que le permita recuperar su eje.
El Colegio Médico cuenta con un equipo donde sus Colegiados pueden recurrir a plantear su circunstancia para obtener una orientación que le ayude a salir del trance, que nunca es fácil pero con la orientación adecuada se puede reencausar para retomar el equilibrio.
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