lunes 13 de mayo, 2024
  • 8 am

Esto sí que nos viene al pelo

César Suárez
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César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
La consulta sobre la caída de pelo es recurrente en cada consultorio de dermatología, es una preocupación legítima no tanto porque sea un signo de enfermedad sino porque la percepción estética que la sociedad tiene acerca de la imagen de un individuo, incluye una cabellera abundante y vital sobre todo para sí mismo, pero también para los demás que asocian a la falta de pelo a un signo de envejecimiento.
El varón lo suele tolerar mejor que la mujer dado que la calvicie masculina es más frecuente que en la mujer y casi no queda otra alternativa que resignarse y afiliarse a la idea de que mal de muchos resulta una suerte de consuelo
Cuando nos enfrentamos en el consultorio a esa consulta, lo primero que debemos definir, es si es caída de pelo está asociada a una enfermedad o es un hecho natural vinculado a la expresión normal de la carga genética de cada uno que va cumpliendo con etapas marcadas por la herencia que nos dejan nuestros ancestros y que llevan inexorablemente a la disminución progresiva del cabello y este caso, para ser calvo, lo único que se necesita es vivir suficiente para llegar a comprobarlo
Si bien los hombres estamos más predispuesto a la calvicie que las mujeres, la realidad nos muestra que, aunque no se concrete un episodio de calvicie, el cabello, inevitablemente se va debilitando con el correr de tiempo en ambos sexos, perdiendo volumen, brillo y consistencia sin que necesariamente esa situación esté vinculada a ninguna enfermedad, aunque se hace necesario, ante una consulta por disminución de pelo, asegurarse que no detrás de este acontecimiento no haya alguna enfermedad oculta o una toxicidad medicamentosa o de otra naturaleza.
En estas ocasiones se debe investigar las circunstancias individuales del paciente que consulta, si ya tiene diagnosticada alguna enfermedad previa, si está tomando medicamentos, si se constata la presencia de anemia, si no tiene trastornos tiroideos, o alguna hipovitaminosis e incluso situaciones de la esfera personal que generen un estrés permanente y prolongado que esté perturbando sus emociones a lo que la biología de pelo suele ser muy sensible.
Los antecedentes familiares suelen jugar un papel importante y dan la pista acerca de evolución futura, sobre todo en la calvicie masculina.
Debemos saber que cada pelo tiene una vida limitada, en general, entre 3 y cinco años y que cada uno que se cae es sustituido por otro, aunque pueden ir perdiendo vitalidad en cada recambio a través del tiempo. En promedio, caen entre 50 y 100 pelos por día; cuando el pelo es corto casi que no se nota, pero cuando el pelo es muy largo, 50 o 100 pelos dan la sensación de más volumen y más preocupación, en esos casos, hay pacientes que vienen a la consulta con pelotón de pelo en una bolsita para demostrar el drama que están viviendo.
Cuando la caída de pelo está vinculada a factores genético sin que medie enfermedad, se cuenta con tratamiento posibles, pero ese tratamiento, debe ser permanente, la naturaleza es muy caprichosa y al abandonarlo, la caída continua de acuerdo a lo que la genética manda, cuando son consecuencia de algún desequilibrio interno (anemia, hipotiroidismo, hipovitaminosis, trastornos disabsortivos o mal nutrición, toxicidad medicamentosa entre otros), primero hay que corregir el mal de que se trate y luego complementar con mezclas vitamínicas que aporten materia prima para la vitalización del nuevo pelo en la mujer y en el hombre y también en la mujer, lociones y medicamentos especiales que la industria farmacéutica ha diseñado para estas situaciones, pero todo se debe sostener el tiempo para mantener el efecto buscado.
En la actualidad se perfeccionado técnicas de autotransplante de pelo, redistribuyendo el que queda hacia donde falta, lográndose un efecto estético muy eficiente pero siempre requiere medidas de mantenimiento para sostener el resultado.
Trasmitir claramente todos estos conceptos al paciente es esencial para no generar falsas expectativas y para que se comprenda que hay cosas se pueden lograr y que cosas que no y saber que las respuestas a cada tratamiento suelen depender de la idiosincrasia individual y no todos responden de la misma manera ante un mismo tratamiento y no ilusionarse con falsas promesas que ofrecen costosos resultados mágicos, dejarnos doblemente pelados, de la cabeza y de la billetera.