jueves 5 de septiembre, 2024
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La baja del dólar y la inflación impactan sobre el resultado de las empresas ganaderas

El pasado 30 de junio cerró el año agrícola-ganadero 2023-24, que aún se encuentra en el proceso de relevamiento de la información, para luego procesar los resultados de las carpetas de cada predio, desde el punto de vista económico. El Ing. Agr. Marcelo Ghelfi, técnico del Plan Agropecuario (IPA) e integrante de la Regional Norte, dijo que «los datos certeros los vamos a tener dentro de un mes, un mes y medio».
El año ganadero 2023-2024 ha sido significativamente diferente al anterior, especialmente en términos climáticos, por lo que Ghelfi destacó que, mientras los tres ejercicios anteriores se caracterizaron por el estrés hídrico y déficit de forraje, este último año mostró una mejora notable a partir de la primavera de 2023. «Hoy nos encontramos con que los campos tienen una producción de pasto bastante buena, acumulada, lo que proporciona una buena disponibilidad de forraje para el invierno», afirmó.
Las encuestas realizadas por el Plan Agropecuario revelaron que la situación financiera de los productores sigue siendo difícil. En abril, el 50% de los productores encuestados reportaron dificultades financieras, reflejando los efectos de tres años de altos costos y baja producción. La desvalorización del dólar frente al peso uruguayo, combinada con una inflación del 10%, ha impactado negativamente en el poder adquisitivo de los productores, según el análisis de los técnicos del IPA.
Ghelfi mencionó que la desvalorización del dólar y el aumento de los costos en pesos han afectado significativamente la economía de las empresas ganaderas. «El productor no solo tiene que producir, sino también alimentar a su familia, y los costos afectan bastante», señaló. A pesar de estos desafíos, algunos productores han logrado una mayor valorización de sus productos, especialmente aquellos que vendieron terneros en momentos de precios altos.
Una de las variables externas que ha influido en los resultados del sector es la diferencia en los precios de la reposición y el ganado gordo. Según Ghelfi, la reposición se ha mantenido firme, mientras que el valor del ganado gordo ha disminuido. Esta situación afecta de manera distinta a los productores, dependiendo de si venden ganado terminado o terneros para reposición.
El sector ovino también ha enfrentado desafíos, con muchos productores aún incapaces de comercializar su lana, a pesar de los costos generados en el mantenimiento y cuidado de la majada y la esquila. Ghelfi describió esta situación como un «cuello de botella», donde los gastos se realizan, pero los ingresos no se materializan debido a dificultades en la venta del producto.
De cara al futuro, Ghelfi se mostró cautelosamente optimista. «Podemos aventurar que el producto bruto sea igual o un poquito mejor que el anterior, por un tema básicamente productivo», dijo, refiriéndose a la buena disponibilidad de forraje y el estado corporal de los animales. No obstante, subrayó que los resultados económicos de las empresas serán muy heterogéneos, dependiendo en gran medida de las decisiones individuales de los productores y de las variables externas.