martes 3 de diciembre, 2024
  • 8 am

Cuando prima la improvisación

Cecilia Eguiluz
Por

Cecilia Eguiluz

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Por Cecilia Eguiluz
Muchas veces hemos hablado en esta columna sobre la necesidad de tener políticas públicas claras y definidas en los temas importantes, y eso, sin duda, se aplica tanto a nivel nacional como departamental. La ausencia de políticas públicas genera acciones aisladas que difícilmente contribuyen de manera eficiente a mejorar el desarrollo del departamento y, por consiguiente, la calidad de vida de su gente. Es más, puede suceder que decisiones políticas improvisadas terminen generando perjuicios a largo plazo, pero se las ve como “un problema para los próximos gobiernos”.
La política pública es un proceso, un curso de acciones que nace de las necesidades que existen en la población y que los gobernantes deben llevar adelante para obtener resultados eficientes y beneficiosos para los gobernados, sin importar el signo político actual ni futuro. Para generar y aplicar políticas públicas hay que tener una visión política definida; deben tenerse en cuenta muchos factores que involucran un conjunto complejo de decisiones y operadores. Es necesario que así sea porque los gobiernos deben tener claro hacia dónde van. En resumen, hace falta una visión y proyección a largo plazo. Si un gobernante no tiene estas premisas presentes, o las tiene pero no sabe cómo aplicarlas, o simplemente prefiere ignorarlas porque le es más sencillo resolver “sobre la marcha”, lo que sucede es que se gobierna improvisando.
Todo esto viene a colación de lo que está sucediendo actualmente en la zona de Nueva Hespérides y Colonia Williams, donde los vecinos han generado instancias informativas respecto a la posibilidad de la instalación de una empresa de compostaje de algunos tipos de residuos.
En mi opinión, ninguna planta industrial, menos aún una que se dedique a procesar residuos, debería ser habilitada en una zona hortifrutícola, ni siquiera debería estarse discutiendo la posibilidad de su ubicación en tierras productivas como las de esa zona. Esta también es la forma de pensar de Manini, quien plantea que se están plantando eucaliptos en las tierras más productivas del país.
Ahora bien, se ha dado una especie de discusión que pareciera estar enfrentando a los vecinos con la empresa que quiere realizar esa inversión, o que hay políticos que estamos en contra de la empresa o la inversión, pero creo que esa compulsa está mal planteada. En temas como este, es la Intendencia, el gobierno departamental y el Ministerio de Ambiente quienes tienen que garantizar a los vecinos de Salto que las zonas destinadas para un propósito no cambien de destino por mero capricho u oportunidad.
La discusión que debe darse, a mi entender, es mucho más profunda. Hasta que el departamento de Salto no tenga políticas públicas ambientales y de disposición de residuos claras, no puede permitirse habilitar emprendimientos en cualquier lugar. En Salto tenemos un problema grave con la basura. En primer lugar, la ubicación del vertedero municipal que debe ser reubicado, pues fue “absorbido” por la ciudad y además está sobre la naciente del arroyo San Antonio, que termina desembocando en el Río Uruguay a escasos metros de la toma de OSE para agua potable. Por otro lado, está el problema de los lodos cloacales que a diario produce la planta de OSE y que no tienen la disposición final correcta. Todo esto se suma al histórico problema de gestión de los residuos domiciliarios.
La discusión debe ser seria y no a los gritos. Salto necesita establecer qué tipo de departamento quiere ser, cómo quiere serlo y qué herramientas piensa ofrecer a sus potenciales inversores, pero todo eso no puede ir en base a la urgencia de un gobernante o un empresario, mucho menos en detrimento de su gente.