Dr. Fulvio Gutiérrez
Existe un proverbio latino, que se atribuye a una carta que el teólogo francés Alcuino de York, le envió a Carlomagno en 798 d.C., en la que se hacía referencia a la frase “Vox populi, vox Dei”. El significado de dicha frase, era que “la opinión popular de la gente ordinaria, revela la voluntad de Dios, y debe obedecerse.”
Estas reflexiones vienen a cuenta de lo que ha ocurrido en la vida política de nuestro país el pasado 27 de octubre, cuando finalizada la elección, y celebrado el escrutinio, la Corte Electoral informa que el plebiscito referido a la seguridad social, fue rechazado por los ciudadanos uruguayos, ya que lo votaron solo el 39,8%, cuando el mínimo que deberían haber obtenido es el 50% más uno, para que pudiera haber sido considerado aprobado. Es decir, por decisión popular, el plebiscito sobre seguridad social, quedó rechazado, y el tema quedó laudado.
El resultado negativo al plebiscito sobre la seguridad social, fue un mazazo para el Pit-Cnt, y para los sectores de la izquierda uruguaya que lo impulsaron. Esta gente hizo funcionar, mediante un procedimiento de reforma constitucional, un sistema que iba a producir dos tipos de efectos altamente negativos. Desde el punto de vista interno iba a hundir a nuestro país económica y financieramente y desde el punto de vista internacional iba a desacreditarnos, borrando de un plumazo el prestigio que hemos conseguido durante tantos años, basado en la estabilidad jurídica y económica, y en el cumplimiento de nuestras obligaciones, no solo constitucionales, sino también asumidas en normas del Derecho Internacional. Desde el punto de vista jurídico era un mamarracho pésimamente redactado, que modificaba una serie de artículos de la Constitución, y desde el punto de vista económico y financiero, nos hundía en un total descalabro, sin perjuicio de señalar que permitía al gobierno, apropiarse de dinero de los trabajadores depositados en las Afaps, sin derecho a reclamar en forma alguna.
Claro que, para los comunistas, escuchar la voz de Dios (vox Dei) es despreciable y negativo, aborrecible tal como les enseñara su líder y mentor Carlos Marx cuando escribió, allá por 1884, “La religión es el suspiro de la criatura oprimida … es el opio del pueblo”. Fiel a este concepto, Carolina Cosse, candidata a vicepresidenta en la fórmula del FA, representante del Partido Comunista, sacó de la manga enseguida un argumento populista: lo que se quería es introducir en la Constitución una serie de normas referidas a la seguridad social. Nada más. Yo digo, y nada menos. Se jugaron, y la jugada le salió mal gracias a la voluntad ciudadana.
Un ciudadano común y corriente, pensante, razonador, puede con lógica concluir que ahora el tema está laudado, y ya no se podrá modificar. Pero resulta que para el FA no es así, porque ha argumentado que, las modificaciones que se proponían para la seguridad social en la reforma constitucional, bien se pueden aprobarse a nivel legislativo, porque el tema está en su programa de gobierno. Aunque absurda, esta posición no extraña, porque no es la primera vez que el FA fracasa en estos procedimientos con total éxito y, haciéndose el distraído, vuelve sobre el tema laudado por el pueblo e insiste en él como si tal pronunciamiento no existiera.
El FA se pone a favor del pueblo, cuando ese pueblo aprueba sus iniciativas. Pero cuando no ocurre así, desconoce la importancia de la voluntad popular, y no duda en rechazarla. Dos ejemplos. El 16 de abril de 1989 se llevó a cabo un referéndum legal patrocinado por la izquierda, que sometía a consulta popular las opciones de confirmar o dejar sin efecto los artículos 1.º a 4.º de la Ley de Caducidad. En dicha oportunidad el 55.9% de los votantes se expresó a favor de mantener la ley original, por lo que la iniciativa para revocarla fracasó. Esto es, el tema quedó laudado por el pueblo. Pero el FA siempre siguió insistiendo. Hace muy poco, se aprobó la Ley de Urgente Consideración. El FA decidió la eliminación de la ley, y recurrió al referéndum que se celebró el 26 de marzo de 2022. El pueblo dijo no al referéndum y la ley se mantuvo vigente. Ahora dice que, si gana el balotaje, tramitará la derogación de la ley. Es decir, para el FA, el pueblo es un instrumento a manejar a favor de sus intereses políticos e ideológicos. Esto es, a la izquierda radical, la voz de pueblo, no interesa.