Por Gustavo Varela
Ya se van apagando lentamente los fuegos de la elección nacional, vislumbrando un muy corto período de tiempo, donde los orientales festejaremos las fiestas navideñas y de fin de año, que de paso a la última de las etapas del proceso electoral, las departamentales de mayo.
En la anterior columna, desarrollamos lo que a nuestro parecer fueron los dos principales temas, entre otros, que jugaron para decidir el balotaje, los que podíamos resumir en breves palabras bolsillos y temeridad.
Del argumento del voto bolsillo, el tiempo lo dirá.
Solamente el paso del tiempo develará si ser responsable con los dineros ajenos es una virtud que trae prosperidad a los países, aunque pueda restar votos hacerlo, o si por el contrario, la promesa fácil, la irresponsabilidad de manejar los recursos en forma dispendiosa, el engaño y otras formas solapadas de hacer política, sirve en el corto plazo para ganar las elecciones, pero con un resultado amenazante para el país.
Pero hoy me quiero adentrar en el otro argumento.
Existe una gran discusión entre los dolientes coalicionistas (en el cual me incluyo) sobre el grado de tibieza, con que se encaró la elección pasada.
Tan es así, que hasta el Presidente de la República en un evento desarrollado el día miércoles, opinó sobre el tema.
El tema no es tibieza o no tibieza.
El tema es mucho más profundo.
El tema es que la actividad política, al decir de un amigo, se hace defendiendo decididamente las ideas que se tengan, las que previamente se nutrieron de la doctrina diaria de la gente, y contrastándola y enfrentándolas si es necesario con las del adversario.
¿Se entendió?
Que quede claro, combatiendo las ideas, no las personas, lo aclaro por si los integrantes de la generación de cristal, temen que estoy llevando a cabo un discurso de odio, como está de moda decir hoy día.
Mantequitas son.
Combatir las ideas, no significa hacerlo en forma agresiva o violenta, pero si se lo debe hacer de manera muy firme y convincente.
No hay que tener miedo del ruido metálico del cruce de palabras.- Que se crucen y que suenen lo más posible, si es en defensa de lo que pensamos y sostenemos.
“Cuando me quede sin soldados, pelearé con perros cimarrones” expresó Artigas, mostrando el convencimiento y la determinación atrás de las ideas que perseguía.
Esto que explicamos, no significa que tenga que ser factor de división partidario, ni en el seno de la coalición naciente.
Si, de aprendizaje.
La actividad política son ideas, propagación, defensas de las mismas , concomitantemente con acercamiento a la gente, para escucharla sí, pero también para liderarla.
No hay actividad política posible, llevándola a cabo solamente en la lejanía de las redes sociales.
En ellas, se desarrolla un micromundo de imágenes muy lindas, pero con escaso contenido, que nada la aporta a la gente común.
Ayudan a ganar elecciones, pero contribuyen en muy poco, para elevar el nivel de vida de la gente.
En buena ley ganó el adversario.
Ahora, a esperar los planteos que van a llevar adelante, los que comenzaron con mucha confusión entre el Presidente electo y su futuro Ministro de Economía.
Eso sí, a quienes les toque dirigir los partidos, el consejo es que quien ganó tiene el 50%, pero también del otro lado existe otro 50% que está esperando que defendamos firmemente las ideas que ellos abrazaron, y que confiaron a los diferentes partidos, con firmeza y determinación, aunque se corra el riesgo de no resultar victoriosos en las elecciones.
La tranquilidad no va a venir dada por un resultado electoral.
La tranquilidad va a venir dada por ser cristalinos y firmes en nuestros planteos.
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