Nunca está de más
Por Armando Guglielmone
Ya hace un buen tiempo, escribía sobre como las necesidades, aparte de los gustos, definían que tipo de perro teníamos, o precisábamos. En ese entonces hice referencia a que las personas se estaban decantando por tener perros mayormente de compañía, e hice la comparación con países del primer mundo donde la sensación era mayormente de seguridad en la mayoría de los lugares, lo que llevaba a que la gente no sintiese la necesidad de tener un perro de protección. Esa sensación de confort y relajación también se había empezado a replicar acá, la mayoría de los perros que buscaba la gente no tenían el propósito de servir como perro de guardia y/o protección. Aparte de esto también llegó acá la “moda”, de tener un perro hijo, es decir, perros pequeños que podemos llevar aupados a todos lados, vestirlos y tratarlos como no se debería siempre tratar a un perro, y así por el estilo. El problema en ciernes es que lamentablemente, creo que esto va a dejar paulatinamente de ser así, sin querer ser ave de mal agüero, le recomendaría a los que desean tener un perro que se decanten por un perro de protección y compañía. A lo largo de treinta años he ido observando y estudiando cómo y por qué se han tenido determinadas razas de perros, incluso porqué se adoptan perros, pero siempre tuve interés en la parte de perros de protección. Estudiando sobre eso he visto que está asociado directamente a la sensación de seguridad/bienestar que tengan las personas, lo cual viene de la mano en cómo está la sociedad. El aumento de marginalidad en las calles, de robos y acoso, es algo que veo in crescendo a diario. Hay lugares, casi en pleno centro de la ciudad, que se han vuelto un peligro latente para muchas personas, y he comprobado, el efecto disuasorio de un perro de aspecto intimidante. Una vez, a una cuadra de calle Uruguay, tres amanecidos de esos que prepotean a la gente pidiendo dinero, estaban molestando a un viajero que estaba esperando que abriera la veterinaria de su cliente, me quedé parado en la esquina de enfrente con un cimarrón oscuro de aspecto intimidante parado entre mis piernas mirándolos. Al ver el perro que los observaba fijamente decidieron seguir camino. Este ejemplo es uno de muchas experiencias que he tenido, un perro puede hacer la diferencia entre un mal momento o no. Cuando veo que acosan en pleno centro a muchachas esos malvivientes que ahora pululan, siempre pienso, si tuviera el perro ideal a su lado, no pasaría. Por eso, basándome empíricamente en lo que veo, creo que estamos regresando a un momento en el cual serán necesarios los perros de protección. Ojala me equivocara, pero estoy casi seguro será así, cuando la sociedad se deteriora lo mejor es tener un perro al lado, bien entrenado no dudará en protegernos, nunca está de más.