Por el Dr. César Suárez
Cada uno de nosotros estamos construidos de recuerdos que han ido conformando nuestra personalidad, nuestra forma de vida, nuestras satisfacciones y frustraciones cosechadas a través de la vida y sin duda en todo ello ha incidido la comunidad donde hemos crecido y desarrollado nuestra vida, las oportunidades y sobre todo la incidencia de nuestro núcleo familiar, los afectos, los desapegos, la estabilidad o inestabilidad familiar, las disponibilidad económicas, los principios familiares, el grado de educación, entre otros pero lo que sin duda ha jugado siempre, en toda circunstancia es y ha sido la educación escolar que sin duda siempre ocupa un lugar destacado en la memoria de cada uno.
Cuando yo era niño, al igual que ahora, la enseñanza primaria era laica, gratuita y obligatoria y en área rural donde yo vivía a ningún padre se le ocurría no mandar sus hijos a la escuela.
Yo fui a la misma escuela que fue mi padre, Escuela Granja N° 16 del Departamento de Lavalleja que quedaba a unas 20 cuadras de mi casa que transitábamos a diario en épocas de clase a pie sin disponer de ningún otro medio de transporte, sobre una carretera de balastro que cuando llovía quedaba transformada en una especie de crema de aspecto achocolatada.
Fue una época que me marcó a mí y seguramente a todos mis compañeros porque nos sentíamos muy orgullosos de concurrir a esa escuela y cada maestra se las tenía que arreglar para enseñar a 2 grados del curso, primero y segundo una maestra, tercero y cuarto, otra maestra y la directora se encargaba de quinto y sexto, en total, éramos en ese entonces, 108 alumnos.
El predio de la escuela contaba con alrededor de 10 hectáreas y a parte de contar con amplios patios, disponía de 2 canchas de fútbol y se utilizaba ese amplio predio para la enseñanza del cultivo de la tierra por lo que contaba con quintas, árboles frutales e incluso un tambo con numerosas vacas, criadero de cerdos colmenas de abeja con instrucciones para la cosecha de miel todo dirigido al desarrollo de la enseñanza de las tareas cotidianas que se podían realizar en las numerosas chacras en las que vivían los alumnos con sus respectivos padres, para la época, era una enseñanza integral.
Todo esto había sido creado por un maestro llamado Homero Grillo que había creado a partir de casi nada toda esa organización escolar, tanta trascendencia tuvo, pasaje de este maestro por mi escuela, que cuando se cumplieron 100 años de su nacimiento se hizo un llamado a todos los exalumnos para hacerle un homenaje y ponerle su nombre con la que a partir de ese momento fue denominada.
Esto ocurrió hace unos veinte años y obviamente yo concurrí a la convocatoria con toda mi familia donde me pude encontrar con antiguos compañeros como 40 años después y teniéndonos que presentar con nuestro nombre para poder reconocernos y recordar viejas historias y contarnos que había sido de nosotros luego de tanto tiempo.
Como ha sido en todas las áreas rurales, la cantidad de alumnos fue disminuyendo, pero actualmente, en el predio de la escuela, ahora se sumó un liceo, y en una antigua casa grande del otro lado de la ruta, una filiar de UTU y en la vecindad cercana se creó un pueblito de Mevir para concentrar en él, toda la ruralidad dispersa.
Toda esta historia forma parte de mis recuerdos que me marcaron y fueron y siguen siendo parte de mi persona, una etapa trascendente de mi vida como seguramente, serán una etapa trascendente en la vida de todos aquellos que le ha tocado ahora leer ahora este relato.
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