sábado 22 de febrero, 2025
  • 8 am

Lacra

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Sol

Por el Padre Martín Ponce De León
“Usted no tome a mal lo que le voy a decir pues lo digo con todo respeto, pero… (me menciona a una persona) es una lacra”. Acto seguido pasó a decirme las razones de su conclusión. Yo me limité a escucharle.
Debe ser muy difícil llegar a tal conclusión puesto que debe de haber hecho muchos méritos para ser tildado de esa manera ya que lo que justificaba su determinación eran situaciones a las que no se podía poner objeciones cuando eran realidades vividas por él.
Tenía sus argumentos, sus razones, y había llegado a una conclusión que, uno sabía, tal vez no fuese correcta.
Luego de haberle escuchado me retiré pensando en su conclusión. Quizás debería haber intentado esbozar una defensa de aquella persona, pero entendía no me correspondía emitir ningún comentario ya que desconocía las situaciones que le habían llevado a tal juicio.
Supongo que, tal vez, algunos han de llegar a idéntica conclusión para con mi manera de ser y, por lo tanto, con mi comportamiento. Debo reconocer lo mucho que he intentado cambiar mi forma de ser y, también, lo mucho que, aún, tengo por delante en esa tarea.
“Nadie es plata para que todos nos quieran” solía repetir una señora hace muchísimos años. Tal cosa, que es cierta, la tenía muy presente y, desde ella, justificaba mi forma de ser hasta que, un día, algo me ayudó a tomar conciencia de que debía cambiar. Con el paso del tiempo sentí que Dios me había puesto en mi vida a alguien para que me ayudase a ese cambio que, entendía, debía realizar.
No me resultaba sencillo, pero, en oportunidades, me alcanzaba descubrir la mirada de esa persona para saber me había equivocado o había actuado dejándome llevar por el temperamento. Su mirada era el más duro de los reproches y no me resultaba indiferente.
Mucho tiempo después me involucré con una actividad que me ayudó a modificar muchas de mis actitudes sin que ello significase dejar de ser yo. Encontrarme casi a diario con la miseria humana en su manifestación más fuerte me hizo tomar conciencia de muchas de mis posturas equivocadas.
Lo mío pasaba a ser secundario o privilegiado ante lo que descubría ellos vivían casi constantemente y lo hacían con una sonrisa o, en algunos casos, riéndose de ellos mismos. No podía esperar de los demás y, por lo tanto, no podía quejarme de ellos y, sin quererlo, fui aprendiendo a aceptar sin esperar a cambio.
Fui aprendiendo a valorar el hoy sin quejarme de limitaciones o carencias. En oportunidades, para poder aprender debí imponerme limitaciones que me ayudasen a comprender ciertas realidades que, desde mi punto de vista, me resultaban intolerables.
Hoy, tal vez, en muchas cosas he podido cambiar, pero, debo reconocerlo, aún estoy muy lejos de poderme decir “tarea cumplida” puesto tengo mucha tarea por delante
Más cuando me encuentro con alguien que me da constantes lecciones de cercanía para con los demás y de trato humanizador.
Sé que tengo, por delante, mucha tarea por realizar, pero no me arrepiento de haber continuado en un empeño que, muchas veces estuve por abandonar ya que me resultaba casi un imposible. Hoy le doy gracias a Dios por lo que me ayudó en todo esto y le pido, con toda humildad me continúe ayudando para que, desde mi actuar, no digan, con razón, soy una lacra.