martes 18 de marzo, 2025
  • 8 am

Vida intensa

Padre Martín Ponce de León
Por

Padre Martín Ponce de León

475 opiniones

Por Martín Ponce De León.
Mujer de la vida intensa. Poco a poco te fuiste acostumbrando a vivir una vida que iba mucho más allá de tu tiempo y tu realidad.
Viviste como una mujer judía de tu tiempo, pero no te limitaste a ello. Vivías conforme lo que las costumbres y religiosidad de aquel tiempo así lo imponían y determinaban.
Eras una más entre las mujeres de tu época y nada te llevaba a suponer habrías de llegar a ser lo que has sido. Tenías tus sueños propios de mujer joven. Matrimonio a la vista y todo lo que lo que significaba pasar a construir una familia.
Eras sabedora de lo que, socialmente, significaba ser mujer. No pretendías otra cosa desde tu sencillez y humildad.
Pero, un día, todo cambió. Dio un giro que nunca habías sospechado y, mucho menos, imaginado. Dios irrumpió en tu vida y ya nada fue igual para vos.
Tu vida intensa se colmó de búsquedas y de tareas. Eran tus tareas y continuaste con ellas puesto que nunca te resignaste a ser una mujer de brazos cruzados. Tus búsquedas respondían al proyecto de Dios al que deseabas ser fiel.
Pese a la intensidad con que todo lo tuyo se desarrollaba no era sencillo aceptar que Dios te hubiese involucrado de tal forma en su proyecto. No te quería como espectadora ni como acompañante. Te había solicitado y confiado un rol protagónico que nunca habías supuesto en algo de tu vida.
Todo lo tuyo decía de sencillez, entrega y disponibilidad. Dios quería que a ello le añadieras un rol esencial e imposible de obviar. Necesitaba una madre y tenía la mirada puesta en vos.
Sin pensarlo mucho te hiciste disponibilidad plena y tu existencia cambió radicalmente y debiste transitar por caminos difíciles de comprender y aceptar. No se te regaló el saber toda la historia futura, sino que fuiste renovando tu disponibilidad paso a paso, por más que en algunas circunstancias la realidad no era fácil de aceptar.
Hoy han pasado muchos años de aquel lejano comienzo y tu vida no ha perdido intensidad ni vigencia. Con distintas advocaciones y en diversos idiomas continúan llegando hasta vos para solicitarte una intercesión, un favor o tu guía.
Te solicitan intercedas por la salud de algún enfermo, por la solución de algún problema familiar, para poder vivir “al Dios de Jesús”, por la paz en el mundo y por muchísimas cosas más que vos, como siempre, atiendes con corazón de Madre atenta y cercana.
Sin proponértelo, tu familia, aquella con la que soñabas en tus años jóvenes, se transformó en la gran familia de la humanidad toda. Todo ser humano es tu hijo y, como tal, lo amas y tienes en cuenta.
Te supongo atendiendo personalmente cada solicitud que llega a tu corazón pleno de maternidad y fidelidad a Dios. Te imagino recorriendo todos los lugares para conocer, desde la realidad de cada familia, y poder interceder por cada necesidad con la que te encuentras. Nada ni nadie te es indiferente y a cada uno atiendes de igual manera.
No necesitas tomar nota de lo que te solicitan, y por más que las solicitudes sean muchas, tu corazón de madre cercana, jamás olvida o confunde. Bien en claro tienes aquello de no ser un fin sino una mediadora y como tal vives y actúas.
Mujer de la vida intensa, no dejes de tendernos tu mano y, por más que, en oportunidades, parecería abusamos de tu bondad, ayúdanos a aferrarnos a ella para poder llegar seguros hasta tu hijo, y así, al Padre Dios.
Ayúdanos a estar tan disponibles como lo estuviste vos, para que el Reinado de Dios sea, un algo más entre nosotros todos.