martes 25 de marzo, 2025
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Se detectaron casos de «churrido equino» en Río Negro

Edicto Matrimonio

El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), a través de la Dirección General de Servicios Ganaderos, ha emitido una alerta sanitaria ante la aparición de nuevos brotes de Fiebre Equina del Potomac, conocida en Uruguay como Churrido equino. Durante los meses de febrero y marzo, se han registrado casos de esta enfermedad en equinos a lo largo de la Laguna Merín y, por primera vez, en las costas del arroyo Salsipuedes, en el departamento de Río Negro.
Este es un hecho de relevancia epidemiológica, ya que, históricamente, la enfermedad se ha presentado de manera recurrente en la zona de la Laguna Merín desde el siglo XIX. Sin embargo, la detección de casos en Salsipuedes marca la expansión de la patología hacia nuevas áreas, lo que genera preocupación entre los productores y especialistas en sanidad animal.
Según informó el MGAP, los diagnósticos fueron confirmados mediante estudios patológicos y moleculares realizados por el laboratorio oficial del DILAVE, entidad responsable de la vigilancia de enfermedades animales en el país. En el brote de Salsipuedes, de un total de 16 equinos expuestos, seis enfermaron y tres fallecieron, evidenciando la alta letalidad de esta patología. Los animales afectados presentaron síntomas característicos como fiebre alta, diarrea profusa, cólicos, deshidratación y depresión.
«Churrido equino»
La Fiebre Equina del Potomac, también conocida en la región como Churrido equino, es una enfermedad infecciosa grave que afecta exclusivamente a los equinos. Es causada por la bacteria intracelular obligada Neorickettsia risticii, perteneciente al grupo de las Rickettsiales. Se trata de una patología con una alta tasa de mortalidad si no es tratada a tiempo y que sigue un patrón estacional y geográfico bien definido, limitándose a ecosistemas específicos con presencia de humedales y cursos de agua dulce.
Uruguay es el país con los registros más antiguos de esta enfermedad en el mundo, con casos documentados desde el siglo XIX en la zona de la Laguna Merín. No obstante, su presencia también ha sido confirmada en Estados Unidos, Canadá, Panamá y el sur de Brasil. En Uruguay, entre 50 y 200 equinos enferman de Churrido cada verano en la zona endémica, lo que pone en alerta a los criadores y veterinarios año tras año.
La particularidad de la Neorickettsia risticii radica en su ciclo biológico inusual, que involucra a diversos organismos acuáticos e insectos. La bacteria se aloja en una variedad de digéneos (Platyhelminthes: Trematoda), parásitos que requieren varios hospedadores para completar su ciclo de vida. Estos incluyen caracoles, insectos acuáticos, aves y murciélagos insectívoros.
El equino actúa como hospedador terminal de la enfermedad, al ingerir accidentalmente insectos contaminados con la bacteria, ya sea al beber agua estancada o al pastorear en zonas pantanosas cercanas a ríos y arroyos. Este mecanismo de transmisión explica por qué la enfermedad se presenta en ambientes con abundante fauna silvestre y cuerpos de agua dulce.
Síntomas y diagnóstico
El período de incubación del Churrido equino oscila entre 10 y 16 días. Los primeros signos incluyen apatía, fiebre alta y diarrea de aspecto pastoso que, con el avance de la enfermedad, se torna acuosa y profusa. Esto genera una rápida deshidratación y ensucia la zona del perineo, la cola y los garrones del animal. Otros síntomas característicos incluyen cólicos, edemas subcutáneos en el vientre, prepucio y extremidades posteriores, además de laminitis severa en un porcentaje de los casos.
El diagnóstico presuntivo se basa en la observación de estos signos clínicos junto con factores epidemiológicos y geográficos. Para una confirmación definitiva, es necesario realizar análisis de sangre y materia fecal en busca de la presencia de N. risticii, pruebas que en Uruguay se realizan en los laboratorios del DILAVE.
Tratamiento y prevención
El tratamiento del Churrido equino requiere el uso inmediato de antibióticos específicos para contrarrestar la infección. La rápida intervención veterinaria es crucial para evitar la progresión de la enfermedad y reducir la mortalidad.
Si bien no existe una vacuna contra esta patología, algunas medidas pueden ayudar a minimizar el riesgo de contagio:
» Restringir el acceso de los equinos a aguas estancadas o zonas pantanosas.
» Implementar prácticas de manejo que eviten la proliferación de insectos acuáticos en los alrededores de los establecimientos.
» Monitorear de cerca la salud de los caballos durante los meses de mayor riesgo, especialmente en verano.