domingo 30 de marzo, 2025
  • 8 am

El estado de la cultura en Salto tras una década de gestión

Cecilia Eguiluz
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Cecilia Eguiluz

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Por Cecilia Eguiluz
Salto se destaca por ser la tierra de grandes escritores como Horacio Quiroga, Enrique Amorín, Marosa Di Giorgio, Altamides Jardim, Margarita Muñoa, entre otros. En la actualidad, continúa habiendo muchos artistas y escritores que enriquecen nuestro acervo cultural. Además, Salto fue reconocido por sus museos, los cuales no sólo eran visitados por residentes de todas las edades, sino que cumplían una importante función educativa. Sin embargo, la realidad actual dista mucho de aquel pasado esplendoroso.
El ex Museo del Hombre y la Tecnología, que en su momento fue un referente educativo y patrimonial, hoy se encuentra cerrado y abandonado. El Museo Arqueológico, que albergaba colecciones donadas por salteños aficionados a esa disciplina, lamentablemente, también ha cerrado sus puertas. El Museo Histórico, cuya casona tradicional combinaba historia, literatura y espacios verdes, fue un lugar de aprendizaje para generaciones de estudiantes, hoy ha desaparecido.
Un caso emblemático es el Museo de Horacio Quiroga, cuya puesta en funcionamiento fue resultado del esfuerzo conjunto de fuerzas vivas y autoridades para preservar el legado de uno de los escritores más importantes de nuestra tierra. En este espacio también se rendía homenaje a la ebanistería de Pacot y a la escritora Marosa Di Giorgio.
Este breve e incompleto listado de pérdidas culturales refleja parte de la gestión cultural de los casi diez años de gobierno de Andrés Lima y sus equipos. Mientras escribo esta columna, me viene a la mente la patética imagen que circuló recientemente en Salto: la bandera del Frente Amplio ondeando en el Mercado 18 de Julio, un Monumento Histórico Nacional, para promover un acto político del hermano del ex intendente Lima. Esta acción es una muestra del desapego de la actual administración por el patrimonio y la historia de nuestra ciudad.
Expresiones artísticas de relevancia, como la Bienal de Artes Plásticas, nunca tuvieron cabida en los gobiernos frenteamplistas, a pesar de que eran un hito importante para cientos de artistas de todas partes y colocaban a Salto en el mapa cultural. El patrimonio histórico, preservado con recelo por generaciones de salteños, tampoco fue prioridad, y la falta de contralor del ejecutivo departamental ha generado pérdidas irrecuperables. Otras manifestaciones culturales, como la murga, han ido desapareciendo silenciosamente en estos últimos diez años, sin que nadie alzara la voz.
Nos hemos acostumbrado a esta situación y hemos normalizado la pérdida de nuestros espacios culturales. La cultura y el arte no han sido una prioridad para el gobierno de Lima, algo que se refleja en el lugar que le otorgaron dentro del organigrama: una simple coordinación dentro del Departamento de Desarrollo Humano, junto con género y generaciones o presupuesto participativo.
Esta reflexión me traslada al famoso poema de Elías Regules «Mi tapera», siento que han convertido en una tapera a la cultura en la gestión departamental de Lima y su equipo. Afortunadamente, en menos de cincuenta días, Salto decidirá entre la continuidad de este modelo, o el cambio a través de la Coalición Republicana.