
Mientras la Unión Europea avanza en su ambiciosa agenda de sostenibilidad bajo el Acuerdo Verde, la industria textil global observa con atención y preocupación. Organizaciones como la International Wool Textile Organization (IWTO) y la coalición «Make the Label Count» (MTLC) han alzado la voz, advirtiendo que, de no ajustarse ciertos criterios, la legislación podría, paradójicamente, facilitar el «lavado verde» (greenwashing) en lugar de combatirlo.
La industria de la moda enfrenta una necesidad urgente de reformarse para mitigar su impacto negativo en las personas y el planeta. En este contexto, la propuesta de la Comisión Europea para textiles sostenibles es vista como un paso valioso hacia una industria más responsable, apoyando el objetivo de la UE de ser climáticamente neutra y circular para 2050. Sin embargo, la manera en que se medirán y comunicarán los impactos ambientales es motivo de intensa discusión.
Según comunicados de la IWTO a sus miembros, como SUL en Uruguay, la principal preocupación radica en la herramienta que previsiblemente utilizará la Comisión Europea para evaluar el impacto ambiental de prendas y calzado: la Huella ambiental del producto (PEF). Si bien esta herramienta busca cuantificar el impacto, la coalición Make the Label Count considera que, en su estado actual, omite la consideración de impactos cruciales que son la fuerza impulsora detrás del enorme daño ambiental de la industria.
Indicadores Críticos Ausentes en la Medición
La coalición señala específicamente la ausencia o el peso insuficiente de tres indicadores clave que deben incluirse para que la PEF sea efectiva y respalde los objetivos de sostenibilidad y circularidad de la UE:
1. Liberación de microplásticos: La ropa es uno de los mayores contribuyentes a la contaminación por microplásticos, pero este aspecto no se mide actualmente en PEF. Make the Label Count insiste en que debe reflejarse como un indicador principal con suficiente peso.
2. Desechos plásticos: Dada la importante contribución de la ropa sintética a la moda rápida y los residuos plásticos, se necesita un indicador claramente definido para los desechos plásticos. Un peso mínimo en este indicador no influiría en las elecciones de los consumidores.
3. Circularidad: Si bien la Comisión sostiene que la circularidad se aborda en PEF, la definición es limitada comparada con otros modelos. Subestima procesos como la circularidad biológica y la importancia de los insumos renovables, esenciales para la sostenibilidad de los ciclos de vida del producto.
El Riesgo del «Lavado Verde» Impulsado por la Metodología
La evidencia sugiere un vínculo estrecho entre la ropa sintética de bajo costo y el crecimiento de la moda rápida. La omisión de estos indicadores relacionados con la ropa sintética en la herramienta de medición podría tener una consecuencia perversa: la ropa hecha de materiales fósiles podría aparecer como más sostenible de lo que realmente es. Esto guiaría a consumidores bien intencionados a comprar más prendas que, en realidad, son las principales responsables de los problemas asociados a la moda rápida.
Organizaciones de consumo en los Países Bajos y Noruega ya emitieron guías señalando que las afirmaciones ambientales basadas en metodologías como el Higg Material Sustainability Index (Higg MSI) deben revisarse para mitigar el riesgo de inducir a error a los consumidores. Estas advertencias confirman las deficiencias de los métodos actuales de evaluación del ciclo de vida y refuerzan el mensaje de que las afirmaciones ambientales deben ser precisas para empoderar a los consumidores a tomar decisiones informadas.
La Campaña Make the Label Count
Ante este panorama, la campaña Make the Label Count, de la IWTO, organización que integra el Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL), solicita formalmente a la Comisión Europea que reconozca los beneficios de las fibras naturales en las nuevas políticas de sostenibilidad. Piden garantizar el uso de criterios con base científica para prevenir el «greenwashing», promover un modelo de moda responsable que limite la «moda rápida» y fomente el uso de fibras biodegradables, renovables y reciclables.
La campaña subraya que los textiles sintéticos derivados del petróleo dañan el planeta y aboga por una justa medición de la huella ambiental para proteger a las fibras naturales. El llamado a los legisladores de la Unión Europea es claro: reconocer los beneficios ambientales de las fibras naturales y cumplir con la promesa de que la «moda rápida quede fuera de moda».
La decisión de la Comisión Europea de regular los requisitos de diseño ecológico y la justificación de las afirmaciones ecológicas es encomiada, vista como un posible marco justo e innovador. Sin embargo, la clave estará en la correcta implementación de las herramientas de medición. Si no se incluyen los indicadores críticos necesarios, el riesgo de dar una «licencia para hacer un lavado verde» y perpetuar prácticas insostenibles será, según los promotores de la campaña, catastrófico. La exigencia es asegurar que la herramienta usada aborde los impactos ambientales más críticos de la industria de la moda.