Por Gustavo Varela
En un programa de la televisión local de ésta semana, compareció quien otrora fue Intendente de Salto, el Maestro Ramón Fonticiella, quien obviamente había sido convocado, para ser inquirido, por las causas, que habían provocado la derrota de su fuerza política en los últimos comicios departamentales.
Debo ser sincero, y aclarar que si bien no hemos llegado a una enemistad declarada, me hace sentir, las pocas veces que nos hemos cruzado una animosidad absolutamente indisimulada, resabios quizás de reyertas políticas pasadas, que no provocan en mí las mismas sensaciones, por el contrario, me resulta ameno escucharlo con tal elegante verba, que no quiere decir que sea coincidente con sus argumentos, pero que sin embargo, sirven para sacar conclusiones propias.
El maestro, expresó en un pasaje de su entrevista, que el gobierno de Lima, dejó de ser frenteamplista a “pasos forzados”, que interpreto que quiso decir a pasos acelerados. Dicho deterioro se produce según él, por apartarse, los hermanos Lima, de los puntos de acuerdo que mantiene cohesionada a la fuerza política.
En una palabra, a Lima, le ocurrió, lo que le ocurre a muchos Intendentes y aclaro que desde mi punto de vista a él también le ocurrió.
Es tanto el poder que les otorga la Constitución a los Intendentes, que se terminan creyendo todopoderosos, factótums, hegemónicos, absolutistas, soberanos, que los termina alejando de la realidad de donde vienen, y terminan ofuscados con quienes trabajan para ellos.
Se acaban convirtiendo en pequeños tiranuelos, que conspiran contra su propia suerte, pues termina siendo insoportable la relación con la fuerza política, que en definitiva es la que trabaja para ellos.
Son muy pocos los intendentes que no terminan cayendo, (deliberada o involuntariamente) en esa lógica, repito, dado por las normas constitucionales a los gobiernos departamentales, que algún día habría que revisarlas.
Este es un tema que lo he hablado con el intendente electo en más de una oportunidad, con referencia a lo partidario, donde también se puede aplicar, a la necesidad de tener un partido donde se incluyan a todos los sectores, por más hegemónico que se sea.
Así como en un partido político, es necesario mantener ciertos equilibrios para poder funcionar armónicamente, en el gobierno departamental también es necesario no llegar a la soberbia de creerse hegemónico e independiente por contar con mayorías automáticas, y con facultades legales que muchas veces las interpretan como absolutistas, que terminan siempre, enrareciendo el clima armonioso, que un gobierno de coalición, que se precie de tal debe cultivar.
Repito un concepto que nos debe de marcar a fuego, si bien es un integrante del Partido Nacional el que obtuvo el cargo de Intendente, lo fue gracias a una herramienta llamada Coalición Republicana, que lo integran aparte de nuestra fuerza política, el Partido Colorado, Cabildo Abierto y el Partido Independiente, pero además representan no sólo a los votantes de todas esas fuerzas políticas, sino de también un sinfín de votantes que también pertenecen inclusive al Frente Amplio, que tomaron una decisión libre y voluntaria de apoyar en ésta circunstancia a la CORE.
No hay mucho margen de actuación, o se hacen las cosas bien, o el futuro es muy incierto.
Es en esa vereda, donde nos van a encontrar.
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