lunes 7 de julio, 2025
  • 8 am

Crisis silenciosa en algunos sectores de la educación católica local

En los últimos meses, se ha vuelto más evidente una situación que muchas familias, docentes y directivos conocen, pero pocos se animan a expresar públicamente: la profunda crisis económica que atraviesan algunas instituciones de educación privada católica en nuestra ciudad.
Dos centros de educación primaria, ubicados en distintos puntos de la ciudad, con trayectorias reconocidas y un fuerte arraigo comunitario, han venido manejando internamente la posibilidad concreta de cerrar sus puertas a fin de año. Esta realidad, que aún no ha sido comunicada oficialmente, ya ha desencadenado una serie de consecuencias que afectan directamente a estudiantes, comunidades educativas, docentes, personal administrativo y proveedores.
Entre los problemas más notorios, se encuentran el retraso en los pagos a trabajadores y proveedores, quienes han manifestado su preocupación ante la práctica recurrente de postergar los pagos hasta el último plazo posible, e incluso, en ocasiones, excederse más allá de lo razonable. Esta situación se vuelve aún más crítica en los casos de personal contratado a término, cuyos pagos por concepto de liquidaciones o desvinculaciones no siempre se han cumplido con la debida formalidad.
“Me encanta trabajar con los niños, pero ya no se puede seguir así. Hay docentes que están esperando su liquidación hace meses, y muchos tenemos miedo de hablar por perder lo poco que tenemos”, comenta una docente que prefiere mantener el anonimato, pero que refleja el sentir de varios colegas.
En el seno de los equipos de trabajo, el malestar ha escalado, generando planteos formales a las direcciones y, en algunos casos, incluso acciones legales iniciadas por trabajadores que reclaman lo que les corresponde.
Al mismo tiempo, la falta de recursos, la rotación de personal y la inestabilidad institucional han comenzado a comprometer seriamente la calidad educativa que reciben los estudiantes, especialmente en los niveles más sensibles del desarrollo escolar.
Este fenómeno, sin embargo, no es exclusivo de nuestra ciudad, sino que forma parte de una problemática más amplia: la crisis estructural que enfrenta la educación privada católica a nivel nacional. La baja natalidad, la falta de transformación institucional, y la dificultad para adaptarse a modelos de gestión más sostenibles, han dejado a muchas instituciones al borde del colapso.
Mientras tanto, las comunidades educativas esperan que se tomen decisiones con madurez, responsabilidad y, sobre todo, con el foco puesto en los estudiantes y sus familias. Porque detrás de cada estructura que cae, hay historias que merecen continuar con dignidad.
Un docente preocupado.