Colegio Médico del Uruguay
Consejo Regional Norte
Cada año, más de un millón de personas mueren en las rutas y calles del mundo. En Uruguay, cientos de familias enfrentan pérdidas irreparables por siniestros de tránsito, una problemática que, desde la perspectiva médica, puede y debe considerarse una epidemia silenciosa. Por eso, el movimiento “Mayo Amarillo” se presenta como una herramienta clave para concientizar sobre la seguridad vial y la prevención de lesiones y muertes evitables.
Desde el punto de vista de la salud pública, los siniestros de tránsito representan una de las principales causas de muerte y discapacidad en personas jóvenes, entre los 15 y 29 años. Pero además del número de fallecidos, hay una enorme cantidad de personas que quedan con secuelas físicas y psicológicas graves: fracturas, traumatismos de cráneo, lesiones medulares, amputaciones, trastornos de ansiedad y estrés postraumático, entre otras. Esto no solo afecta a la víctima, sino a su entorno familiar y al sistema de salud, que debe brindar tratamientos prolongados, cirugías complejas y rehabilitación.
Lo más alarmante es que la mayoría de los siniestros viales son evitables. No estamos ante un fenómeno natural, sino ante un conjunto de conductas humanas que pueden modificarse. Desde una perspectiva médica y preventiva, hablar de tránsito es hablar de factores de riesgo modificables, como conducir bajo los efectos del alcohol o drogas, usar el celular al volante, no utilizar casco o cinturón de seguridad, manejar con exceso de velocidad, o no respetar las señales de tránsito.
La campaña internacional “Mayo Amarillo”, que tiene lugar cada mes de mayo en más de 30 países, se apoya justamente en esta idea: la seguridad vial es una cuestión de salud. Así como hablamos de prevención cardiovascular o de enfermedades infecciosas, debemos hablar de prevención de traumatismos viales con la misma seriedad. Y debemos hacerlo involucrando a toda la sociedad: desde los gobiernos y autoridades, hasta los conductores, peatones, estudiantes y profesionales de la salud.
En nuestro país, los datos son preocupantes. Según la Unidad Nacional de Seguridad Vial (UNASEV), solo en 2024 se registraron más de 22.000 siniestros, con alrededor de 400 fallecidos y más de 15.000 lesionados. El sistema de salud pública y privada dedica millones de pesos al año en la atención de pacientes politraumatizados, muchos de ellos con largas internaciones y tratamientos de alta complejidad. Además, los costos emocionales y sociales son incalculables.
Desde el ámbito médico, sabemos que el enfoque no puede ser solo reactivo. No basta con atender al herido: es indispensable trabajar en la prevención primaria, educando en el respeto a las normas, en la empatía con los demás usuarios de la vía, y en la toma de decisiones conscientes cada vez que se maneja, cruza una calle o se sube a una moto.
“Mayo Amarillo” promueve también una mirada integral del problema. Por ejemplo, los traumatismos viales son la primera causa de discapacidad adquirida en adolescentes y adultos jóvenes. En muchos casos, hablamos de personas que pierden la posibilidad de volver a caminar, estudiar o trabajar. Esto genera un impacto a largo plazo no solo en su salud física y mental, sino también en su entorno familiar, laboral y económico.
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