
En el marco de las LII Jornadas Uruguayas de Buiatría, el Dr. Santiago Nava -investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA E.E.A. Rafaela) y del Instituto de Investigación de la Cadena Láctea (IDICAL, INTA-CONICET)- presentó el trabajo titulado «Instrumentos para el control de la garrapata común del bovino Rhipicephalus (Boophilus) microplus frente al desafío de la resistencia y de los requerimientos sobre residuos». La investigación analiza con profundidad las estrategias de control más adecuadas frente a la creciente resistencia a acaricidas y las exigencias sobre inocuidad alimentaria en carne y leche.
La garrapata común del bovino es el ectoparásito de mayor impacto en la producción pecuaria de zonas tropicales y subtropicales. Según el especialista, su presencia afecta múltiples aspectos del sistema productivo: «reducción en la ganancia de peso, disminución en la producción de leche, daños en los cueros, mortalidad, morbilidad y transmisión de hemoparásitos causantes de la babesiosis y anaplasmosis bovina». La problemática se manifiesta a tres niveles: el productor, por los perjuicios directos en la producción; los Estados, que deben gestionar políticas sanitarias; y la industria y los consumidores, ante las preocupaciones por residuos químicos en alimentos.
El método más utilizado hasta el presente ha sido la aplicación de garrapaticidas químicos sintéticos. No obstante, su uso sostenido ha conllevado dos consecuencias: la generación de resistencia en las poblaciones de garrapatas y las restricciones asociadas a los residuos en productos animales. «Muchos de estos productos requieren períodos de carencia superiores a los 100 días y no están indicados para vacas lecheras», subrayó Nava.
Frente a esta situación, el trabajo del Dr. Nava propone como enfoque principal la implementación del control integrado, entendido como la combinación simultánea de al menos dos herramientas, donde una de ellas no debe ser química. Las tres estrategias clave propuestas para áreas subtropicales son: el uso estratégico y táctico de acaricidas sintéticos, la rotación y descanso de pasturas, y la incorporación de biotipos bovinos con resistencia natural.
En relación al control estratégico, se lo define como parte de un plan sanitario anual, con tratamientos programados para impactar sobre el ciclo poblacional de la garrapata en momentos críticos. El primer tratamiento debe realizarse a comienzos de la primavera, cuando emerge la primera generación del año, de baja abundancia, lo cual permite reducir significativamente las generaciones posteriores. «Todos los compuestos acaricidas disponibles pueden ser empleados, siempre que se respeten ciertos principios rectores», afirmó Nava. Entre ellos, destacó: mantener intervalos precisos entre aplicaciones -calculados sumando entre 7 y 12 días al poder residual del producto-, evitar la repetición de drogas con igual mecanismo de acción, y realizar pruebas de resistencia previas a la selección del producto.
Por su parte, los tratamientos tácticos consisten en aplicaciones puntuales ante niveles de infestación que superan un umbral crítico, generalmente definido de forma subjetiva. Su necesidad aumenta en zonas de alta aptitud ecológica para la garrapata o en rodeos dominados por razas británicas. En cambio, su aplicación puede reducirse en regiones con menor presión parasitaria o en bovinos naturalmente resistentes.
Respecto al diagnóstico de resistencia a acaricidas, el Dr. Nava señaló la importancia de un muestreo representativo, que incluya teleoginas de diferentes potreros y épocas del año, para captar la variabilidad espacial y temporal. «Las garrapatas de cada potrero deben considerarse subpoblaciones independientes», explicó. Este paso es considerado esencial antes de la toma de decisiones terapéuticas, ya que permite seleccionar compuestos activos con eficacia comprobada en el entorno específico del establecimiento.
Otra herramienta fundamental es el uso de genética bovina resistente, especialmente en razas índicas, como Bos indicus, que muestran mayor capacidad de limitar la infestación y el desarrollo del ciclo parasitario. «La resistencia genética implica que una proporción mínima de las larvas acceda al estadio adulto», detalló Nava, al tiempo que remarcó su impacto sobre la fertilidad del parásito y la infestación posterior de las pasturas. En este sentido, las razas sintéticas como Braford y Brangus presentan resistencias variables, asociadas a su componente cebuino. Por el contrario, la predominancia de animales con sangre británica en zonas infestadas conspira contra la sustentabilidad de los planes de control. Por ello, «la incorporación de genética bovina resistente en los rodeos es imprescindible para alcanzar un control adecuado y sustentable de las garrapatas y de las enfermedades asociadas a estas».
El manejo de pasturas, mediante rotación y descansos, es otro pilar del control integrado. Esta estrategia se fundamenta en la fase no parasitaria del ciclo vital de la garrapata. Las larvas, si no encuentran un hospedador dentro de un plazo determinado, mueren por inanición o deshidratación. Por lo tanto, el descanso de potreros por al menos tres meses permite reducir significativamente la población parasitaria. Sin embargo, el autor advierte que «los sistemas de pastoreo rotativos con períodos de descanso menores a 80 días no son apropiados para controlar garrapatas» y que una alta carga animal puede incluso empeorar el nivel de infestación.
Asimismo, el uso de rastrojos o parcelas vírgenes de larvas, así como la integración con tratamientos químicos mínimos, mejora la eficacia del manejo. No obstante, el alto costo operativo y la complejidad en el manejo de los rodeos constituyen limitantes importantes para su adopción.
El trabajo concluye que, en un contexto de multiresistencia y restricciones por residuos, se vuelve imprescindible implementar un enfoque de control integrado que contemple el uso estratégico y táctico de acaricidas en función del diagnóstico de resistencia, la incorporación de genética bovina resistente y un manejo racional de pasturas. «Asimismo, implementar planes de inmunización contra los hemoparásitos que transmite R. microplus se considera esencial para darle robustez y sustentabilidad al control integrado de este parásito», finaliza Nava.