jueves 17 de julio, 2025
  • 8 am

La salud mental de los jóvenes – Autodiagnóstico, desatención y tabúes

Estudio Signorelli & Altamiranda
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Estudio Signorelli & Altamiranda

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Por la Dra. Esc. Alejandra Altamiranda
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Las estadísticas sobre urgencias mentales de los jóvenes en nuestro país indican que durante el año 2023 se registraron 4.723 intentos de suicidio, casi la mitad (47%) eran personas de entre 15 y 29 años, en el 50% existían diagnósticos previos por depresión o ansiedad y el 70% había acudido al sistema de salud en los seis meses previos al intento frustrado.
América Latina invierte en salud mental apenas alrededor del 2% del presupuesto general de salud, muy por debajo del mínimo del 5% sugerido por la OMS y el Banco Mundial. Como consecuencia, el 79% de quienes sufren trastornos severos no recibe atención especializada.
En Uruguay el sistema presenta deficiencias, en tanto escasean los recursos en salud mental, hay pocos equipos formados y las políticas se concentran aún en el modelo hospitalario más que comunitario, lo que se agudiza en zonas rurales, mientras que en la Capital el Hospital Vilardebó, que es el único psiquiátrico público, trabaja al límite con una atención absolutamente deficitaria.
Se han hecho avances, aunque todavía insuficientes. El INJU lanzó en el año 2023 el programa “Ni silencio ni tabú”, que cuenta con apoyo de UNICEF, promoviendo talleres de bienestar psicosocial y salud mental en comunidades y escuelas. Desde este año se implementan también siete centros modelo de atención juvenil gratuitos en todo el país y el MSP presentó la Estrategia Nacional de Salud Mental 2025 2030, con enfoque comunitario, prevención, formación de recursos humanos y reorganización del sistema conforme a enfoques de derechos, con la intención de fortalecer la atención primaria, formación continua de profesionales y sistemas de información capaces de intervenir tempranamente, priorizando la atención preventiva y comunitaria.
Se presenta un desafío adicional que es la “cultura del autodiagnóstico” que circula entre los jóvenes, donde redes sociales estigmatizan o banalizan la salud mental, y alientan a automedicarse sin supervisión profesional, lo que se presenta como claramente inadecuado. Sin desconocer claramente, que esa cultura, ha llevado a desenlaces fatales
Uruguay ocupa el tercer lugar en tasas de suicidio en América Latina, con una cifra que supera los 20 por cada 100.000 habitantes. Montevideo y Canelones concentran el 45% de los casos.
La salud mental de los jóvenes, se enfrenta a varios desafíos: ansiedad, depresión, ideas suicidas y el uso perjudicial de redes sociales. Sin perjuicio de ello, cabe aclarar que un uso adecuado, ponderado y responsable de las plataformas sociales, puede generar (sin dudas) más beneficios y certezas. Si se quiere el gran desafío está en fortalecer el justo equilibrio entre una cultura digital crítica y responsable (limitando el tiempo de exposición a las pantallas, priorizando actividades físicas, lúdicas y recreativas, etc.) con el acompañamiento profesional adecuado.
Por su parte, voces especializadas sugieren avanzar hasta alcanzar el financiamiento suficiente mínimo del 5% ya señalado, fortalecer la salud mental juvenil desde primaria y la comunidad, garantizar el acceso a consultas psicológicas y psiquiátricas sin demoras, la formación especializada en atención primaria y equipos interdisciplinarios y la integración de iniciativas asociativas y familiares en la respuesta colectiva.
Claramente nuestra juventud necesita respuestas que superen las de tipo reactiva, demanda construir una cultura de cuidado, con herramientas comunitarias, institucionales y sociales, superando los tabúes.