jueves 28 de agosto, 2025
  • 8 am

Cuando el amor no nos elige

Alexandra Ledesma
Por

Alexandra Ledesma

28 opiniones

Por Alexandra Ledesma
Socióloga y Educadora Sexual
Déjenme decirles que el titulo no le hace justicia a todo lo que sucede cuando un corazón se rompe, cuando el amor nos juega una mala pasada.
El hecho de no ser “los elegidos” por quien amamos, deja solo tristeza y un vacío enorme que creemos nadie podrá volver a llenar.
Pero si nos ponemos a pensar fríamente, esto sucede en distintos ámbitos de la vida, con amistades, con trabajos e incluso con la familia misma.
Pero más allá de que se puede vivir en distintos ámbitos de la vida, también es cierto que trae consigo un fuerte impacto emocional, que se compara muchas veces con el dolor físico sufrido, tristeza, frustración por aquello que no pudo ser, angustia.
Pero algo que me gustaría destacar, es que nos remueve heridas, heridas del pasado, heridas que no sanaron y que sangran con cada desilusión, que nos conectan con el yo abandonado, con el niño que no fue escuchado, no fue amado. Estas heridas de la infancia vuelven tal boomerang para seguir doliendo.
Estas experiencias del pasado que nos marcan a fuego, están ahí para repetirnos cual eco en nuestra cabeza que no somos suficientes, que no somos valiosos para los demás, que no somos queridos.
Pero el impacto no termina allí, se pueden producir una seguidilla de emociones que solo nos hunden en este sentir engañoso con nosotros mismos.
El autoestima va en picada, comienza el cuestionamiento a nuestras propias capacidades, creemos que ya no podemos con estas situaciones y que solo se trata de una espiral que nos deja siempre en el mismo lugar.
Puede darse una sórdida comparación con quien sí “fue elegido”, pensar ¿qué tiene que no tenga yo? ¿entonces soy menos?, duros cuestionamientos que nos llevan a hacernos cada vez más pequeños y creer que somos carentes de algo.
Esto nos lleva a sobre pensar, y que duros que se vuelven los pensamientos rumiantes, preguntas que son puñales, buscar un porque, porque no se dio, porque otros y yo no. cuando estamos en situaciones así, la mente suele ser traicionera y no nos permite echar estos pensamientos, al contrario, los ancla cual barco.
Al volvernos duros con nosotros mismos, llevamos al otro a un pedestal, se torna un “inalcanzable”, reforzando esta idea de que el otro era “perfecto” y nosotros dimos talla.
Recordemos que esto no es más que una interpretación de nuestra mente, no es la realidad, es nuestro niño herido que nos grita desde el fondo que volvimos a estar desprotegidos, pero esta no debería ser la lectura con la que debemos quedarnos.
Esto no resignifica nuestro valor, es solo una persona, que no estaba en la misma sintonía que nosotros, o por lo menos en ese momento de nuestras vidas.
Esto se transforma en la oportunidad de volver a elegirnos, de reforzar nuestra autonomía, de aceptar la emoción, si, pero ver esta experiencia como forma de reorientarnos.
No ser elegidos, duele, y duele mucho, pero que sea un punto de quiebre entre lo que fuimos por un instante y aquello que si nos define.
El amor debe elegirnos y nosotros a él, y cuando esto no sucede ya sea por una de sus partes o ambas, no es más que la posibilidad de un nuevo comienzo, mas enteros, más conscientes.