Por Leonardo Vinci
Días atrás, la Cámara de Representantes, con los votos de Cabildo Abierto, Frente Amplio y Partido Ecologista, aprobó tratar como grave y urgente el proyecto que limita el suelo nacional para la forestación.
Esta iniciativa legislativa del sector del Senador Manini Ríos está muy lejos de fortalecer la coalición de gobierno. Tan es así, que el Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Carlos María Uriarte criticó duramente el proyecto de Cabildo Abierto: «Nos sentimos en la obligación de expresar que no estamos de acuerdo con el mismo». Señaló que «carece de fundamentos técnicos» y que el «análisis previo» a su aprobación «no fue el adecuado», ya que «faltó consultar a muchos directamente involucrados».
Agregó el Secretario de Estado: «No estamos de acuerdo en limitar arbitrariamente una actividad, cambiando reglas de juego y creando así un peligroso antecedente».
Nosotros creemos tener credenciales suficientes como para opinar sobre el tema ya que tuvimos el honor de integrar la primera legislatura democrática que aprobó la Ley Forestal.
Gracias al programa impulsado por el Dr. Julio María Sanguinetti se crearon miles de empleos favoreciendo notoriamente la economía del país.
El ex Presidente ha dicho en estos días que estamos ante un cambio tan histórico como que un sector que hace 30 años no figuraba en la exportación ha producido una verdadera revolución. Asimismo, ha recordado a Carlos Maggi, quien escribió más de una vez que desde Hernandarias no se había visto algo tan revolucionario.
Le asiste razón al ex mandatario cuando dice que «basta recorrer el país para observar cómo aquella campaña nuestra, con sus pequeñas islas de eucaliptus, se ha transformado en todo un bosque magnífico, mientras las carreteras se llenan de transportes de madera que van y que vienen, como expresión visible del trabajo que hay detrás en los viveros, en la genética, en los trabajos de alta calificación que la industria ha traído al país.
El año pasado se exportó celulosa por 1.500 millones de dólares, fue el segundo rubro de exportación del país y seguramente pasará a ser el primero una vez que UPM opere. En el sector forestal, hay 18 mil empleos directos que han formalizado trabajo rural y significan 440 millones de dólares en remuneraciones».
Está muy claro que el Estado no puede ni debe prohibir a los productores que se dediquen a la agricultura o a la lechería, y es por eso que Sanguinetti señaló que «planificando centralmente, imponiendo qué debe hacer cada uno, el colectivismo marxista llevó al atraso a pueblos que perdieron la capacidad de iniciativa, cayeron en la improductividad y se encerraron en un corral que les condenó a la pobreza».
Se preguntó: ¿Preferimos exportar troncos de eucaliptus y no un producto de valor agregado como la celulosa? ¿Nos resignamos a que los pinos sigan saliendo en rolos o procuraremos incentivos para que se instale una gran industria de la madera, que aporte a la construcción una rama genuina de producción nacional?
Si el Uruguay cambia las reglas del juego hará peligrar las inversiones provocando un gran daño al país.
Al decir de Uriarte «el espíritu original de la ley (forestal) era la unanimidad y ahora está promoviendo la división».
La Cámara de Senadores tendrá la última palabra.
No debería cuestionarse el gran éxito económico logrado gracias a la ley forestal de 1987.
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