Disfrutar de la vida
Por Gerardo Ponce de León
El día 8 de Marzo del2021, en la página 14, el diario El País, publica lo que dice una actriz de cine, Ángela Molina, al recibir el Goya de Honor 2021. “El premio solo será mío si lo es también de todas las personas que me han acompañado”. Quizás la vida se parezca al cine: no se disfruta sin los demás”. Esta actriz, de 65 años, que a fuerza de ser sincero no la ubico o conozco, me ha hecho pensar por su reconocimiento y profundidad.
Cuando uno reconoce el valor de las personas que están a mi lado, gesta en uno la humildad, ya que sabe que solo no se logra nada, que es una lucha contra molinos de vientos, implicando que se tiene que buscar ayuda. Pero, también es muy cierto que lo que uno no hace, no lo hace nadie, ya que es una misión que nos toca a nosotros, que uno debe de realizar.
La vida se disfruta con los demás, y muchas veces, hasta el recuerdo, que nos acompaña, nos lleva a darle “sabor” a nuestro accionar. Siempre caemos en que tenemos que mirar a nuestro costado para lograr nuestra realización como personas. Tenemos que aprender a ver al prójimo; verlo como otro ser humano igual a nosotros, con los mismos valores y defectos, que nadie se escapa de tener. Para los cristianos, es ver a Cristo.
Existe una gran diferencia entre la vida pública y la privada. La pública está expuesta a los comentarios, a ser juzgada (con derecho o sin él) por la gente; en cambio la privada la conoce uno solo, en el error o en el acierto, la realizamos (en la mayoría de las veces) en silencio, y ahí eleva su valor. Un error en el anonimato es algo que puede pasar desapercibido, en cambio, si es público, es un pecado público (por llamarlo de una forma decorosa)
En nuestra “cocina” diaria, toma más gusto la comida si junto a los condimentos que le ponemos, le agregamos el mejor de todos: el AMOR.
Para llegar a eso, tenemos que darnos cuenta que no estamos haciendo no se hace para mí solo, sino que es, también, para el disfrute de otros; y es ahí donde tenemos que reconocer o valorar, lo que otros colaboran para la realización de nuestra obra, y puede salir mucho mejor si tenemos en cuenta la opinión de los demás. Comienza, en ese pequeño reconocimiento, el valor de lo que hacemos. Por algo vivimos en sociedad, nuestra convivencia es compartida con otros seres humanos, que ve nuestro obrar resaltado, cuando se hace para beneficio de otros, sin importar: pelos, estado social, ideas políticas o religiosas. Realizado simplemente por querer al prójimo.
No es fácil el compartir, el darle mérito a quienes hacen posible mi éxito, ya que demostramos la valía compartida de lo realizado. Muchos esperamos el aplauso de la gente, otros, se sienten satisfechos con recibir una caricia, directa al corazón. Ejemplos existen y muchos los sabemos, gente que es capaz de dar su vida por los otros: Don Bosco por los jóvenes; Teresa de Calcuta por los huérfanos y enfermos; Martín Luther King por la igualdad; Gandi por la independencia sin violencia; y podríamos seguir nombrando personas que son ejemplos de lucha por los demás. En la Iglesia Católica casi todos los Santos, que para llegar a eso, tienen que demostrar su entrega o sacrificio por los seres humanos.
Todos ellos disfrutaron de la vida con su entrega, y nosotros ¿somos capaces de atarle la cinta de sus sandalias?