viernes 22 de noviembre, 2024
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Quién era Teófilo Gil, muerto en la Batalla del Quebracho?

Leonardo Vinci
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Leonardo Vinci

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Minervine

Por Leonardo Vinci.
¿Por qué la vil metralla
Que herir debiera el corazón de cieno,
En el sangriento campo de batalla
Respeta al malo y asesina al bueno?
(W. P. Bermudez)
Cuando el vapor «Fortuna» sorprendió a la columna revolucionaria en Guaviyú, Teófilo Gil- que jamás había peleado, mostró una serenidad y un entusiasmo indecibles.
Entre las sombras de aquella noche de 1886, en medio de la confusión que se había producido, formó su compañía sobre las barrancas del río, y con voz enérgica y viril la exhortaba a la resistencia.
Estaba admirablemente entusiasmado, según la gráfica expresión de un testigo del hecho.
Cuenta el revolucionario, Carlos Warren, que el día 30 de marzo, cuando se supo que el joven Luis Napoleón- había caído gravemente herido atravesado por una bala, el joven Pagos, de Dolores, amigo de la familia Gil, profundamente conmovido, llegó donde estaban sus hermanos, y les dijo:
—¿Por qué han venido aquí los Gil? las balas se han hecho para nosotros, no para hombres como ustedes, de quienes tanto espera la Patria.
El día 31 marchaba tranquilo al frente de su compañía, saboreando un yatay entre una lluvia de balas. Una de ellas, disparada quién sabe por qué mano desgraciada, le atravesó los pulmones. Cayó sin decir palabra: cuando sus hermanos Mario y Luis María lo levantaron estaba lívido, y vagaban por su rostro las eternas sombras de la muerte.
Cayó como mueren los buenos: en defensa de las instituciones patrias conculcadas, y con la conciencia del deber cumplido; había sido un batallador incansable, por los derechos del Pueblo, un apóstol del bien, un periodista de fibra e ilustración, que con su brillante pluma hizo temblar al despotismo en su trono efímero, combatiéndole con energía, escribía en «El Paysandú» el periodista Setembrino Pereda.
Su amigo Antonio Parsons diría años después que la nación perdía a un valiente y abnegado apóstol de las libertades públicas y del valor cívico, honra y prez de la patria, cuyo suelo regó con su sangre en defensa de las ideas generosas y patrióticas que se desbordaron de su brillante pluma de periodista, sirviendo así de ejemplo a sus conciudadanos que lloran su irreparable y prematura muerte.
En las páginas de «La Razón», Martín C. Martínez publicaba en 1889 que Teófilo había tenido tiempo para revelar dos facetas de sus aptitudes excepcionales: la del periodista batallador y preparado y la del soldado ciudadano, que rinde su vida en holocausto de la libertad y de la dignidad nacional. Mas en esas manifestaciones de su existencia fugaz hay todo lo que se necesita para afirmar que el plomo de la tiranía tronchó una personalidad destinada a rayar en las más altas cumbres como escritor, como patriota y como estadista.
Batlle, Williman y Campisteguy- quienes llegarían luego a la presidencia de la nación- y otros tantos jóvenes que se destacaron en su tiempo, pelearon por la libertad una batalla desigual en un intento por derribar la tiranía y terminar con el militarismo.
Fueron derrotados pero sus ideales vencieron.
A 135 años de la revolución- próximamente- iremos a las Puntas de Soto del Quebracho a presentar nuestros respetos a los héroes caídos, frente a la tumba del Dr. Teófilo Gil.