Aprender a ser humildes
Por Gerardo Ponce
De León
Muchas veces tratamos de tener todo lo referente a lo cercano a nuestra actividad dentro de nuestro dominio bajo nuestro poder sin darnos cuenta que es lo valedero y que es lo necesario.
Cuando uno quiere adquirir algo, tenemos que tener en cuenta, tres cosas: que es lo mejor, que es lo que me gusta y que es lo que me hace falta. Tengo la opinión que las tres son muy diferentes y cada uno tiene su razón. Fíjese que hasta cuando uno va a comprar un padre (toro o carnero) un auto, una casa, una ropa, en cualquiera de ellos, tiene valor lo que tenemos que tener en cuenta. Le voy a poner un ejemplo: me gusta un Mercedes Benz, es uno de los mejores autos, pero no es lo que necesito; si hago con él lo que hago con una camioneta, lo voy a romper más ligero de lo que creo.
Así ponemos ropa, carnero, tractor, computadoras, celulares; pero pienso que en el caso del ser humano, tenemos que tener la grandeza de ser capaces de dejar de lado algo, tener la humildad de reconocer nuestra avidez, de ver en el que está a mi lado, mi realización. Entonces no hay de mejor, lo que me gusta o que me hace falta. Esa es la diferencia con los ejemplos que les escribí antes, nosotros los podemos elegir, a los primeros; las necesidades, la diferencia social, culturales, no se eligen, se viven y tenemos, en la medida que se puede (creo que siempre se puede) de darle algo de nosotros a quien está pasando un mal momento.
Hay casos que se escapan de la mano de uno darle una mano, caso de los que sufren una enfermedad, un vicio o han hecho una cultura del pedir, del vivir con lo que me dan y no tratar de buscarlo con nuestras manos. Basta con mirar en la calle, a los cuidadores de autos, que en general aparecen cuando uno se va, antes, uno los ve conversando, pero si me voy, aparecen están ahí y se enojan si no se le da nada, porque no lo merecen, hay quienes están y cuidan, y uno sabe que merecen una ayuda, por algo muy sencillo que hacen.
Dentro de todo, uno juzga el accionar del ser humano para ver si realmente necesita nuestra ayuda, y nos olvidamos de preguntarnos ¿quién soy para juzgar? Muchas veces hacemos valer nuestro tiempo, y no sabemos y no valoramos el tiempo de los demás. Dicen que es muy propio de los uruguayos, llegar tarde a un lugar, al cual quedamos de estar a tal hora, y llegamos a cualquier hora, entonces hacemos valer nuestro tiempo, los otros que esperen.
Esa es la razón por la que valoro, personalmente, a los que llegan antes de comenzar una reunión o algún acto pactado con anterioridad. No deja de ser un acto de valoración y respeto al otro ser humano. Todos dejamos algo para llegar en hora, pero en su mayoría no es así, o no les importa si lo están esperando. En ese caso es una falta de humildad, dado que yo impongo, o me creo que soy tan importante que me tienen que esperar.
Por eso les decía que tratamos de tener todo bajo nuestro poder, sin darle importancia a quien está a mi lado y es muy capaz que dejemos de aprender, o conocer que el otro, me puede enseñar.
Lo que más tenemos que aprender es a ser humildes y no buscar y querer demostrar mi superioridad.