Por el Padre Martín
Ponce de León
El viento trajo un frío que se instaló en medio de nosotros para hacernos extrañar el calor de los días anteriores por más que sintiésemos era demasiado.
Me podrán explicar, científicamente, lo sucedido para que entienda es normal lo sucedido.
Pero, desde mi ignorancia, seguiré pensando que el clima se ha vuelto bipolar y deberemos acostumbrarnos a sus vaivenes.
Se han armado inmensas tormentas precedidas por grandes truenos que no logran otra cosa que la tormenta se asuste y se retire.
El clima me hace recordar a esa persona que, debido a su inestable situación de salud, se ha tornado necesitada de comprensión y tolerancia.
Gracias a Dios llegó un momento en que se vio necesitada de ayuda y la solicitó.
Allí fue pasando por varias etapas propias de su estado vulnerable. Etapas que enumeraré sin orden alguno.
Han sido etapas que no hacen otra cosa que poner de manifiesto su vulnerabilidad puesto que cada una de ellas no es otra cosa que una manifestación de su prolongado pedido de ayuda.
Fue centro de atención y ocupación de su familia y de muy diversas maneras buscó ellos tuviesen muy en claro que necesitaba toda su atención.
Fue centro y cuando experimento no le prestaban mucha atención o la que ella entendía requería actuó como para que todas las miradas se volviesen hacia ella.
Si para llamar la atención debía hacerse daño no dudó en hacerlo ya que lo importante, para ella, era centrar en su persona la atención de todos.
Por momentos pretendió compartir la responsabilidad de su estado de salud. No porque no asumiese su responsabilidad sino porque, de alguna manera, trasladaba a los demás la responsabilidad.
Es evidente que una responsabilidad compartida resulta mucho más llevadera que una asumida individualmente.
Pasa por momentos donde lo suyo es un muy hábil manejo de los demás a los efectos de poder conseguir lo que se propone.
No duda en pasar de momentos de gran calma a momentos de disgusto y rechazo de todo lo que le rodea. Pueden no existir razones para esos cambios emocionales pero los mismos están y actúan en ella.
En oportunidades esos cambios pueden responder a sus conflictos interiores que no logra encausar o dominar y, en oportunidades, responden a su deseo de manipular a quienes le rodean.
Todo esto no responde a otra cosa que a su encontrarse, aún, en etapas de superación de su problema pero que, aún, tiene camino por transitar.
Aún necesita de ayuda pero ahuyenta esa ayuda con esos grandes truenos que preceden a las tormentas.
Busca una mano pero rechaza un límite o un necesario “No”
Es consciente que necesita le acompañen pero se resiste a verse controlada o, simplemente, cuidada.
Su comportamiento no está lejos de ser bipolar aunque ello no sea otra cosa que una realidad pasajera o transitoria.
Con el paso del tiempo habrá de irse ayudando a ser quien era. Volverá su normalidad y sabrá cuidarse por sí misma.
Tal vez pueda reírse de muchas de las actitudes asumidas en este tiempo pero, mientras tanto, todo su interior es un inmenso caos donde sube y baja con naturalidad.
Mientras tanto sus certezas y dudas corren por su interior desestabilizándole y haciéndole no saber lo que desea realmente. Sabe no es ella.
Calor y frío. Truenos y cielo despejado. Todo su interior es una gran lucha donde todo está diciendo que, aún, necesita ser ayudada para volver a ser quien era.
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