Los precios del año pasado han quedado atrás, y es muy difícil que se puedan volver a visualizar en el corto plazo, salvo que algún «cisne blanco» decida cruzarse por medio del mercado. La realidad marca que China, el principal comprador mundial, y por ende de nuestro país ha retraído su demanda, ante una economía interna que no ha logrado estabilizarse luego del covid-19, y aún continúa sintiendo los impactos negativos en sus diferentes sectores.
Los importadores, en el gigante asiático, tienen carne estockeada a altos costos y una importante oferta de Brasil, Australia y Argentina, a menores valores que los propuestos desde Uruguay, lo que determina una caída de precios también en nuestra carne exportada a ese destino. La situación también se repite en otros productos, como puede ser la leche y las consecuentes caídas que ha venido registrando a nivel de las licitaciones de Fonterra, por ejemplo.
Sumado a esta situación que atraviesa, nuestro principal cliente para nuestro producto estrella en las exportaciones, también se debe sumar el impacto de la sequía y lo que significó ello en un ajuste de carga que presionó a una industria que supo aprovechar el momento, algo que no es nuevo y ha ocurrido en cada seca, al llegar la primavera y las lluvias tan esperadas, seguramente la oferta también tendrá su oportunidad de presionar el mercado, pero la situación no es la misma de hace un año.
Según los datos del Instituto Nacional de Carnes (INAC), para la semana cerrada el pasado 26 de agosto, indica que el Novillo Gordo cotiza a US$ 3,88 en cuarta balanza, es decir un 27,8% por debajo de los mismos valores del año pasado en igual semana y cuando se habla del novillo de campo, la caída es aún mayor debido a que llega al 30,9%. La vaca registra una caída superior al novillo, debido a que cotiza en US$ 3,26 durante la última semana, es decir un 32,3% abajo y la vaquillona cae 28,8% respecto a 2022.
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