sábado 23 de noviembre, 2024
  • 8 am

15.214 fallecidos de más y nadie explica nada

Carlos Arredondo
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Carlos Arredondo

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Minervine

Por Carlos Arredondo

Soy consciente que la mejor manera de agradecer esta oportunidad de poder transmitir opinión e información en un medio del prestigio de Diario CAMBIO, es estar a la altura de la circunstancias. Pero como no cuesta nada, y además para mí el agradecimiento es un acto que no se negocia, permítaseme, como primera cosa, hacer público mi profundo agradecimiento a la dirección del Diario por brindarme semejante oportunidad.
Confieso que lo de “estar a la altura de las circunstancias “ es lo que más me amedrenta, ya que el plantel de columnistas al cual humildemente me sumo, mantiene diariamente la vara muy alta, y para mí (¿por qué no reconocerlo?) representa un desafío intimidante que, honestamente, pone mis piernas a temblar, y mi cabeza a pensar cosas como: “¿Qué hago metido en este baile?”
Si a eso le sumamos el reconocido grado de exigencia de los lectores de Diario CAMBIO, a quienes no se le vende cualquier verdura, el reto casi casi, me acobarda.
Lo cierto es que en esta columna, intentaré ingresar en “terrenos” informativos que no son de los más trillados, pero por supuesto no dejan de contener verdades que todos deberíamos tener a nuestra consideración. Manejaré datos comprobados, que muchas veces al tomar contacto con ellos, nos sorprenden y los encasillamos como “información difícil de creer”, o directamente los etiquetamos como “mentiras”. Imagínese el lector en el brete que me he metido.
Pero bueno, también soy perfectamente consciente que las verdades deben decirse, a riesgo de quedar encasillado, o señalado, y que justamente por eso hace más de 30 años elegí “esta changa” de ejercer el periodismo, y ahora debo hacerme cargo de aquella juvenil elección.
Así pues, una vez atravesada la formalidad del agradecimiento y la presentación, los invito a ingresar directamente en un tema que personalmente considero de los más importantes de la actualidad uruguaya: Los 15.214 uruguayos fallecidos por encima de lo esperado (entre 2021 y 2022).
De acuerdo con lo publicado por el portal Extramuros, quien basándose en datos proporcionados por el Ministerio de Salud Pública, informa que estadísticamente desde 1997 hasta 2020, 23 años, el número anual de fallecidos en nuestro país giró en torno a 32.743 ± 2.200, lo que quiere decir que, expresado en porcentajes, la variación de un año a otro se ubicó en torno a ± 6.7 %.
Pero en el año 2021 la cosa cambió drásticamente. El número aumentó escandalosamente -y a nadie pareció importarle-. La situación se pone más seria aún cuando en 2022 el aumento se mantuvo, pero también se mantuvo el silencio. Me explico: Siempre de acuerdo a datos oficiales manejados por el portal, solo en 2021 el número de compatriotas que se nos adelantaron fue de 41.168 (+26.7 %, lo que representa 4 veces más del 6.7 % esperado), mientras que en 2022 la cifra llegó a 39.322 (+21 %, o sea 3 veces más de lo esperado).
Quienes pensamos que estos números nos enfrentan con una realidad mucho más importante que cualquiera de los asuntos que la política nacional nos tira, como si fuesen los huesitos con los que entretenemos a Firulais, puesto que estamos hablando de un exceso de fallecidos de 15.214 compatriotas en dos años; aún estamos esperando que las autoridades correspondientes nos den una explicación coherente, sensata, y seria… Y sin embargo…
La falta de respuestas por parte de la clase política toda –Gobierno y oposición (con la honrosa excepción del PERI), quienes parecen haberse puesto espalda con espalda, para ignorar el asunto– es un llamativo y ensordecedor silencio. ¿Es de verdad que a nadie le importa conocer las causas por la que estamos muriendo de más los uruguayos? ¿Por qué no se nos explica claramente qué es lo que está pasando?
Tomando en cuenta que esta realidad se repite en prácticamente todos los países del mundo, y como en el nuestro, las muertes en exceso comenzaron a darse al mismo tiempo que comenzó la vacunación contra el SAR COV2 (con productos experimentales de los que -tal como reconoció el propio Gobierno antes de comenzar con las inoculaciones-, nada se sabía sobre la “seguridad a mediano y largo plazo”), temo que el silencio oficial, y opositor, tenga que ver con ocultar este “pequeño detalle”.
Pero de eso escribiré en la próxima columna.