Por Cecilia Eguiuz
Hoy quiero volver a reflexionar con ustedes sobre uno de los temas, a mí entender, más trascendentes para el futuro del departamento, y que se sintetiza en las preguntas recurrentes ¿hacia dónde va Salto? y ¿Cuáles son nuestros objetivos de Desarrollo?
Sigo pensando que hasta que los salteños no pongamos en claro nuestras prioridades, con una visión y objetivos a 30 años, mejorar los números del departamento y la vida de los salteños solo pueden ser promesas de campaña y espejitos de colores.
Uno de los equipos que me acompañan a pensar en estas cosas y que comparten sus conocimientos conmigo, está convencido de la importancia que puede llegar a tener Salto en materia de innovación, o como más sencillamente describe uno de mis amigos “Salto tiene que vender su materia gris”.
Y realmente estoy muy entusiasmada con su visión, que no es política electoral, porque ese tipo de cosas no puede ser encorsetada, solamente, en un partido político; pero sí debe incorporarse a la visión de la política pública para que desde ahí se impulse el desarrollo. Uno de los errores más frecuentes cometidos por quienes llegan a cargos políticos de toma de decisión y que no saben de innovación, es que terminan “quemando el tema”, porque lo incorporan a las campañas y después no logran concretar buenos resultados.
Otra falla común se da cuando el político cree que debe liderar y gestionar la innovación en lugar de “empujar el carro” generando las mejores condiciones para que la innovación fluya.
Es por eso que estoy convencida que la innovación sin tiene que ser uno de los caminos que permite a Salto proyectarse.
Debemos reconocer que hace años Salto tenía objetivos definidos de desarrollo, sobre los cuales se enfocó con mucha fuerza por encima de los partidos, por ejemplo, la citricultura, el turismo, la hortifruticultura, la universidad. Pero hoy nos encontramos en otro escenario, donde no hay claridad y si desde el ámbito político hay incertidumbre, las “mentes creativas” encargadas de innovar buscan otros horizontes.
Tengo la costumbre de preguntar a cada persona que me habla de temas políticos diarios, -…¿y decime, qué crees vos, hacia dónde va Salto?…- y me encuentro con respuestas diversas e incluso con el silencio, o el gesto de los hombros hacia arriba infiriendo “ni idea”.
Son muchos años de hacer la misma pregunta, y es claro que Salto no tiene definidos sus objetivos de desarrollo a mediano y largo plazo, no hay consensos de la población y no hay claridad en los líderes, y sin rumbo no se puede crecer.
Ese, a mi juicio sigue siendo uno de los problemas principales del departamento, la enorme mayoría de los políticos ya no discuten ideas, se pierden en discusiones banales y de temas que no son relevantes para Salto.
Por supuesto que yo no tengo las respuestas correctas, pero si tengo una pregunta que les hago a todos ustedes a modo de continuar la reflexión y tiene su base en lo que los romanos denominaban CUI BONO (¿quién se beneficia?).
Pensemos… ¿Quién se beneficia de que Salto no tenga claros sus objetivos para el desarrollo? seguro que no somos los salteños. Esta mirada que nace en la antigua Roma, siempre es interesante, nos permite levantar la mirada, podría llegar a unirnos entre salteños, porque entre todos tenemos que definir hacia dónde vamos para el beneficio de Salto y su gente.
En nuestro departamento hay muchísima gente con grandes capacidades y en otros lugares hay miles de salteños queriendo ayudar. Este año de elecciones es un buen año para definir pautas sobre hacia dónde vamos y realmente creo que es una necesidad impostergable.
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