Por el Padre Martín Ponce De León
En muchas oportunidades pasó por la nada grata realidad de no encontrar un tema sobre lo que escribir un artículo que desde el día de la semana y la hora me están diciendo que debo hacerlo.
En oportunidades, para encuentra un tema me limito a mirar lo vivido a lo largo de la emana y allí encuentro algo que escribir. En oportunidades, es algún pensamiento que se ha quedado perdido a la mi memoria y sobre el que, mentalmente, le he estado dando vueltas.
Pero hoy, va pasando el tiempo y me encuentro sin micha posibilidad de dar con un tema que pueda motivar un artículo. Sucede que mi semana se ha limitado a una cama y las cuatro paredes de una pieza dentro de un sanatorio y allí no encuentro mucho tema.
Podría hablar de la compañía que he recibido a lo largo de estos días, pero ello no creo sea de utilidad para un artículo. Podría hablar del interminable caer ante mi mirada de las gotas del suero que desde hace una semana tengo ante mis ojos y no creo, ello pueda ser de mucho interés para usted lector.
Podría hablar de los motivos que me han traído a este lugar, pero entiendo estos artículos no son para hablar de mí o de mí salud.
Es entonces que van pasando los días y las horas y el tema sigue sin aparecer por más que todo me recuerde: “Debes hacer artículo”. Sé que lo que me está tocando vivir desde hace un tiempo podría ser un tema, siento que lo mismo es una experiencia tan movedora en mi vida que debo pensarlo un poco más. No quiero tirar una serie de renglones sin haberlos pensado debidamente.
Sucede que a lo largo de mi vida únicamente he tenido que enfrentar alguna dificultad de salud, salvo esas realidades normales como una gripe, algún resfrío o algún dolorcito pasajero. Hoy debo aprender a convivir con algunos problemas de salud más importantes y no estaba acostumbrado a tal cosa.
Nunca había pasado por esa realidad de físicamente sentirme mal o de poder encontrar como fuente de alivio el estar tirado en una cama. Debí acostumbrarme a convivir con la incomodidad que, en momentos, se tornaba dolor o molestia.
Puedo decir y escribir que la salud corporal es toda una fuente de enseñanza y oportunidades que en algún momento debemos ponerlo en acto. Nuestro organismo es una gran oportunidad para agradecer, reconocer, valorar y celebrar. Nuestro organismo es también, una inmensa caja de sorpresas ya que sin dudas nos sorprende casi a diario.
Nos sorprende con todos nuestros días con una normalidad que hace que muchas veces nos olvidemos de valorar la salud que podemos tener. Nos sorprende con algún pequeño detalle que nos trastoca todo ese sano y normal equilibrio con el que estamos acostumbrados a convivir.
Pero, por sobre todas las cosas, es, la salud una oportunidad de ser útiles y no un algo para vivir de brazos cruzados y esperando llegue el momento de que el momento incómodo sea superado. Sin dudas es una oportunidad para ejercer la paciencia, la tolerancia, la aceptación y la oración. Es algo mucho más que un momento de quejas, incomodidades, sufrimiento y cosas similares.
No pueden ser un momento para vivir de brazos cruzados, por más que no se pueda estar por mucho tiempo en esa posición. Controles, limpieza, visitas y los invalorables acompañantes que merecen ser atendidos. No hay tiempo para brazos cruzados o para aislarse en una lectura.
Por todo esto es que “debo hacer un artículo” pero, no llega el tema y lo dejo sin el mismo.
