Un pichón
Por el Padre Martín Ponce De León
Llegué a Julia Navarro con “La hermandad de la Sábana Santa” y “La Biblia de barro” y su lectura me resultó por demás interesante. Sus libros siguientes hablaban más de la condición humana desde contextos de la segunda guerra o la revolución española.
De sus libros posteriores uno que llamó mi atención fue “Historia de un canalla”. Al leer ese libro supuse, desde mi ignorancia de la condición humana, puesto que pensé no podía existir alguien que obrase con tal “mala leche”. Supuse que la autora habría condensado, en una persona, situaciones que se daban en varios seres humanos, pero nunca concentrados en una persona.
No hace mucho, conversando con alguien que me hacía una consulta, se puso a relatarme algo que me dejó impactado. Inmediatamente vino a mi mente “Historia de un canalla” y el personaje del que me hablaban me resultaba “un pichón de canalla”.
Se me hablaba de la relación existente entre un hijo y su madre. Debo aclarar que no son de Salto ni de Soriano (digo esto para que no se entretengan intentando ponerle nombre o apellido a los destinatarios del relato).
En un amplio terreno se levantan tres construcciones independientes. En el primer lugar, puesto que está sobre la acera al frente, vive la madre del protagonista de este relato. En el cuarto vecino alquila algún lugar y, en el fondo, vive el hijo de la titular de la casa del frente.
Por una deuda con UTE cortaron la electricidad en todo el padrón. El hijo enganchó la corriente para su casa y para la que alquilan. Su madre quedó fuera del enganche porque “¿Para qué querés electricidad vos?”. Se justificó una madre.
Es más, cuando la madre le pidió que le enganchara se la negaba una y otra vez y reiteradamente le manifestaba lo logrado con el estudio que ella tanto amó como “Cuándo vas a morir vieja de m…?”, “Morite de una vez”, “¿Veis que darte cuenta que estás j… y lo mejor que podés hacer es morirte?”. O como cuando su hija le llamó la atención porque con su moto “casi tira al suelo a la abuela” y él le contestó: “Hay que ayudarla a morir pero ni así se muere esta vieja”.
No hace mucho el hijo sufrió un problema en las colillas del termofón de su casa e inmediatamente encontró la solución. Fue a la casa de su madre, sacó las colillas del termofón allá y se marchó porque “Ella para qué quiere un termofón? Si quiere bañarse que caliente agua en alguna olla”.
A medida iba escuchando el relato no podía dejar de pensar en “La historia de un canalla”. Tal vez fuese, únicamente, “un pichón” del protagonista de la novela.
Llama la atención el enojo del hijo con respecto a su madre, puesto que, él mismo ya es casi una obsesión o una idea fija. No quiero tomar partido ante una historia familiar que desconozco, puesto que, tal vez, alguien me diga que bien puede ser todo lo que la madre ha cosechado en su relación con su hijo.
Todo puede ser posible dentro de una relación que no dice de normalidad ni armonía y, mucho menos, de maternidad-filiación o hijo-madre.
Pero no deja de llamar mi atención esa relación del hijo con respecto a su madre.
Supongo a usted también pudo haberle llamado la atención lo aquí relatado. Pero, también, habrá llegado a la conclusión de que plena razón aquel dicho de que “cada familia es un mundo”. Un mundo donde se puede encontrar de todo y para todos los gustos. Pero, también, un mundo donde usted debe tomar conciencia de cuál es su relación y cómo no debe ser.
Un mundo donde se puede encontrar con “Historia de un canalla” o ver con asombro y estupor como esa “Historia” gana pichones que dicen todo es posible de encontrar.