Por Pablo Perna
La cigarra durante el verano pasaba sus días cantando, saltando y disfrutando del buen tiempo, sin preocupaciones futuras, se burlaba todos los días de una hormiga que diariamente bajo el calor del sol trabajaba sin parar proveyéndose de alimentos y fortaleciendo su hormiguero. Al llegar el invierno la cigarra se encontraba sin abrigos, ni alimentos, por lo que le pide ayuda a la hormiga que estaba rebosante en pleno frío, por lo que esta le responde: “si cantabas en el verano, ahora baila en el invierno”. La versión para niños dice que la hormiga ayuda a la cigarra pero con la condición de que cambie de actitud. Esta es la fabula de “La Cigarra y la Hormiga” escrita en el siglo VI antes de Cristo en Grecia por Esopo, que contribuía a la enseñanza de la civilización griega hace más de dos mil seiscientos años.
La Cigarra representa la desidia, el desinterés y la despreocupación del presente, buscando el aplauso fácil, la felicidad efímera o momentánea, por lo que inconscientemente hipoteca el futuro y la hormiga representa el trabajo sacrificado del presente para asegurarse un prospero futuro.
El Gobierno de Lima que ha culminado, para poder saber si ha actuado como cigarra u hormiga trabajadora, debemos de observar cómo se encontraba Salto a fines del año 2015 cuando toma su primer Gobierno, y como lo entrega ahora, diez años más tarde, el 10 de julio del 2025, cuando ayer es entregado a las manos de Carlos Albisu.
Observamos que en el 2015 todos los domingos funcionaban los ómnibus en beneficios de trabajadores, jubilados y pensionistas (reabierto el servicio recién dos semanas antes de las elecciones), las termas abrían los siete días de la semana, en las termas del Arapey se construían dos hoteles 5 estrellas y el Hotel propiedad de la Intendencia se encontraba abierto y compitiendo estoicamente, todos los museos se encontraban abiertos y sus reliquias bien conservadas y sin robos; el Teatro Larrañaga funcionaban los aires acondicionados, el Ateneo se encontraba abierto y remodelado, teníamos zoológico que recibía a miles de turistas de todas partes del mundo; había fiesta populares todos los meses y el carnaval relucía por calle Uruguay, los espacios verdes y fuentes funcionaban; era una ciudad iluminada, con noche y esparcimiento para turistas.
Al finalizar los diez años del gobierno de Lima, los servicios mencionados y las obras realizadas no solamente fueron cerradas, sino que el gasto público no fue utilizado para la prosperidad de Salto, sino que fue en busca del aplauso fácil de los que contrataba a modo de monotributista o de los que pretendía dejar presupuestados indebidamente.
El Gobierno de Lima despidió en sus comienzos a 249 funcionarios con la finalidad de buscar un ahorro público y claramente eso fue una falsedad, cuando los cesados fueron sustituidos por actores políticos. Hoy el presupuesto que se entrega permite únicamente pagar sueldos, no permitiendo utilizar el dinero en inversiones propias o pagos de proveedores.
Hoy el gobierno que inicia deberá de pensar a largo plazo al igual que la hormiga y para ello deberá de tomar medidas que no sean simpáticas ahora; el comienzo del gobierno que son los primeros cien días, se dice que define el carácter del mismo. Esperemos que el novel intendente tome todas las medidas necesarias para el futuro prospero de Salto, por lo que le deseamos el mayor de los éxitos.
Columnistas