sábado 2 de agosto, 2025
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Don Francisco Giordano: ingenioso italiano entre siglos en Salto que arreglaba cualquier desperfecto en su taller

Avisos judiaciales

Por Cary de los Santos Guibert.
Don Francisco Giordano fue un personaje pintoresco y de vivo ingenio que vivió entre dos siglos en la progresista ciudad de Salto Oriental. Supo hacerse un lugar destacado en la sociedad salteña gracias a su notable habilidad y dedicación. Nacido en 1874 en San Nicola de Arcella, un pequeño pueblo de Italia, Giordano llegó a Salto en 1892 con la idea de visitar a su padre. Sus comienzos en la «ciudad de las rosas salvajes y de naranjales» no fueron nada fáciles. Pasó privaciones y, sin un peso en el bolsillo, salió a vender frutas puerta a puerta con un canasto de mimbre para conseguir el sustento diario.
LA INFLUENCIA DE SATURNINO RIBES.
Con tan solo 18 años, es muy probable que en sus recorridos de ventas ambulantes, el joven italiano haya llegado hasta las oficinas de las Mensajerías Fluviales del Plata, donde residía el progresista armador naval Saturnino Ribes en calle Sarandí. Allí, Ribes se entregaba a la lectura de los últimos libros y revistas científicas europeas, donde aparecían noticias e información sobre los más recientes inventos y avances de la ciencia y la tecnología. Giordano debió de haberse motivado con este ambiente, entregándose a la lectura para autoformarse. Poco tiempo después, solo cuatro años más tarde, estableció su propio taller en la calle Uruguay, número 726.
INCLINACIÓN LECTURA Y MECÁNICA.
Desde sus inicios, Giordano sintió una gran inclinación por la mecánica. En su taller, aprovechaba cada oportunidad para leer todo tipo de libros: química, física, mecánica, electricidad. Él mismo decía: «…la gente de la época me habría tomado por un científico o loco; pero yo no era ni lo uno ni lo otro. Tenía sed de conocimiento; quería educarme, eso es todo…».
LA NOTORIEDAD DEL ITALIANO
Su taller se convirtió en un punto obligado en Salto: «…cae cuanta máquina tiene un desperfecto, porque todos saben en Salto que Giordano les encuentra solución, aún haciendo la pieza nueva si es necesario. Tanto arregla una máquina de coser, como le pone tela a una sombrilla, hace marchar un reloj o le pone media suela a un par de zapatos».