Por Adrián Canosa
A cinco meses del asesinato del joven salteño Juan Andrés Soutto, ocurrido el 15 de junio a la salida de un baile en las afueras de San Carlos, Maldonado, su familia siente que el caso se encamina al olvido y levanta la voz para pedir justicia. Mariana Gómez se acercó a la redacción de CAMBIO. Es esposa del padre de Juan Andrés y decidió dar la cara porque los padres del joven aún no están en condiciones emocionales de hacerlo. Mariana explica que la principal preocupación de la familia es la posibilidad de que la causa termine archivada.
LOS HECHOS
Relata que, según les transmitieron, el hecho de no ver a los familiares presentes de forma constante es interpretado por la jueza y la fiscal como falta de interés, casi como si Juan Andrés “no fuera querido por nadie”. Detrás de esa lectura, dice, hay una familia desbordada por el dolor, que no encuentra fuerzas ni siquiera para hablar del tema y que siente que el sistema judicial no contempla ese trauma. La entrevistada cuenta que el autor del crimen está preso, con una medida de 150 días de prisión preventiva mientras se desarrolla la investigación. Sin embargo, la familia teme que, si el caso se archiva o se tipifica de forma más leve, la pena no refleje la gravedad del hecho. Hablan de una posible condena de alrededor de siete años, que incluso podría reducirse sustancialmente con buena conducta. “Mató a un ser que dejó una familia, un niño de 4 años a la deriva”, subraya Mariana, al insistir en que una salida rápida de prisión sería una nueva injusticia para todos.
ATAQUE DESLEAL
Según su relato, el ataque fue desleal y totalmente asimétrico: Juan Andrés no estaba armado ni representaba una amenaza, mientras que el agresor disparó cuatro veces, apuntando a zonas críticas. La familia sostiene que existen pruebas suficientes, que el arma utilizada era un revólver robado y que el responsable tiene antecedentes, lo que refuerza su reclamo de una respuesta firme por parte de la Justicia. Aún así, sienten que la causa “se enfría” y que la defensa anterior no se movió lo suficiente, por lo que decidieron cambiar de abogada en busca de una estrategia más activa.
DOLOR EN FAMILIARES DE TODAS LAS EDADES
El dolor se extiende también hacia atrás en la genealogía. La abuela paterna de Juan Andrés, de 78 años, lo crió y hoy atraviesa un fuerte deterioro emocional y de salud tras el homicidio. El papá del joven, en tanto, carga con un trauma tan grande que no puede hablar públicamente del tema; por eso Mariana pidió su consentimiento para ser ella quien representara a la familia en los medios. También hay un hermano menor, de 9 años, que necesita apoyo psicológico para entender la pérdida de su hermano y procesar la nueva realidad.
QUIÉN ERA ÉL
Juan Andrés tenía 30 años, nació en Salto y mantenía una relación cercana con su familia. Dejó un hijo de 4 años, con cuya madre estaba en pareja, y era considerado un padre presente y muy comprometido. Su muerte desarmó no solo un hogar, sino varias estructuras afectivas: la pareja, los suegros que lo querían como a un hijo y un entramado familiar que ahora comparte el mismo duelo.
LA LUCHA DESDE DOS DEPARTAMENTOS
En Maldonado y San Carlos, tíos, hermanos y otros allegados también levantan la consigna de “Justicia por Juan Andrés”. El pedido es concreto: que no se archive la causa, que se valoren las pruebas, que el homicidio sea tratado con la máxima seriedad y que la pena refleje el daño causado. Mariana lo sintetiza en una sola palabra que repite como cierre de la entrevista y como bandera de toda la familia: justicia.