Profunda congoja en la Diócesis de Salto tras la muerte del Obispo Mons. Fernando Gil Eisner
Por Daniel Spinelli
En la tarde de ayer falleció a los 66 años Mons. Fernando Gil, Obispo de la Diócesis de Salto, tras dos días de profunda convalecencia donde la enfermedad ya prácticamente había controlado gran parte de sus movimientos.
Rodeado por familiares y sacerdotes cercanos, el obispo pasó sus últimos momentos bajo intensa oración de cada una de las comunidades de la diócesis que ofrecieron sus celebraciones y rezos en su nombre.
La Eucaristía celebrada ayer a las 19.30 horas en la Catedral fue una misa muy emotiva pero con la intención de agradecer la entrega y dedicación que el obispo entregó en este año y medio de apostolado. Sus restos serán velados en el Templo Catedral y quienes se acerquen podrán despedirse. Mons. Gil hacía varios meses que luchaba contra un tumor cerebral inoperable que le afectó seriamente su integridad y que fuera constatado tras su último viaje a Roma donde mantuvo un encuentro con el Papa Francisco.
SU APOSTOLADO
Mons. Gil nació en Montevideo el 8 de mayo de 1953. Desde su adolescencia residió en Argentina siendo ordenado sacerdote el 25 de marzo de 1983 en la Diócesis de Morón (gran Buenos Aires). En la Conferencia Episcopal del Uruguay era Presidente del Departamento de Catequesis y miembro de la Comisión Episcopal para el Seminario Interdiocesano. Pese a su delicado estado de salud, Mons. Fernando Gil presidió el 30 de setiembre pasado, la celebración del Centenario de la llegada del primer Obispo a la Diócesis junto a las comunidades de Artigas, Paysandú, Río Negro y Salto. Hasta que el Papa no designe un nuevo obispo para Salto, será Mons. Pablo Galimberti, -Obispo Emérito-, quién se haga cargo de conducir la diócesis en este tiempo.
“QUE SEA LA VOLUNTAD DE DIOS”
Mons. Fernando Gil llegó a Salto designado por el Papa Francisco para suceder a Mons. Pablo Galimberti, quién siguió en Salto como Obispo Emérito de la Diócesis. Sacerdote uruguayo que se radicó desde muy joven en Buenos Aires, Argentina, llegó proveniente de la Diócesis de Morón para hacerse cargo de la Diócesis de Salto que componen los departamentos de Artigas, Salto, Paysandú y Río Negro. Gil fue ordenado el 23 de setiembre del 2018 en una Catedral que estuvo colmada de uruguayos y argentinos, teniendo en cuenta sus años apostolado en el gran Buenos Aires. En su primer tiempo como conductor de la diócesis, recorrió cada parroquia, capilla y comunidad, recogiendo inquietudes y dificultades de cada lugar. Sereno, calmo y sonriente, Fernando fue poco a poco calando en el corazón de la diócesis como una semilla muy bien plantada. Fiel a su espíritu de misericordia, cuando fue diagnosticado por la enfermedad terminal, Mosn. Fernando dijo “que sea la voluntad de Dios” y vivió sus últimos tiempos en paz y entregado por completo a la misión que Cristo le tenía preparada.