Dr. Fulvio Gutiérrez
Hace muchos años que la educación en el Uruguay anda mal. Hay problemas institucionales, estructurales, de gobierno, de distribución de competencias, de formación técnica de los docentes, con sindicatos docentes que se pretenden dueños de la vida educativa de nuestros hijos y nietos. Es verdad que el gobierno anterior, le dio a la educación un apoyo económico que jamás tuvo. Sin embargo los resultados no se dieron, y nuestro país, de ser casi un líder en educación en América Latina, pasó a tener resultados que realmente daban lástima, sino vergüenza. ¿Y eso por qué? Porque está todo mal estructurado y peor organizado.
Los tres gobiernos del Frente Amplio nada hicieron para cambiar esta realidad porque no se animaron a contradecir a los sindicatos. Por eso el nuevo gobierno, incluyó en el Proyecto de Ley de Urgente Consideración, un capítulo sobre educación, que pretende revertir esta realidad. Los cuestionamientos por parte de la actual oposición frentista, no se hicieron esperar.
Entre tales cuestionamientos, queremos referirnos –aunque más no sea sintéticamente- a dos: la necesidad de que los Consejos de Educación Primaria, Secundaria (Básica y Superior) y Educación Técnico Profesional (UTU), dejen de ser organismos estancos que actúan en forma separada y sin coordinación alguna entre sí; y la opinión de que, con las previsiones de este anteproyecto de ley, se estaría violando la autonomía de los centro de enseñanza que prevé la Constitución.
En cuanto a lo primero, el Uruguay debe ser uno de los pocos países en los que el Ministerio de Educación y Cultura no ordena políticamente la educación. Cada subsistema educativo, es un reino autónomo desconectado de los otros. Quienes hemos ejercido la docencia por casi treinta años –primero en UTU y luego en la Universidad de la República- sabemos muy bien de todo esto y lo sufrimos año a año. En la vida universitaria, los estudiantes llegan desde Secundaria, con carencias elementales que necesariamente debieron ser aprendidas en sus respectivos liceos. No saben leer, no saben redactar una frase de dos renglones correctamente, tiene terribles faltas de ortografía y como lógica consecuencia de todo eso, no tienen comprensión lectora. No entienden lo que leen, y obviamente, no pueden luego expresar el resultado de su lectura en trabajos escritos o en pruebas orales. ¡Y no estamos exagerando! La Facultad de Derecho tuvo que inventar un cursillo introductorio, para que el estudiante trate de entender donde está parado, a que se va a enfrentar, en qué consiste cada materia, como debe encarar su nueva vida estudiantil. No ha servido más que para decir a la gente que algo se está haciendo. Pero no ha dado resultado, y la consecuencia es la alta reprobación de materias cuando comienzan los períodos de exámenes en la Universidad. No parece lógico que una Facultad tenga que enseñar y repasar lo que el alumno debió aprender en Secundaria. Entonces, la solución pasa por que el Ministerio de Cultura panifique toda la educación de tal forma, que haya entre todos los subsistemas una coordinación y no un aislamiento. Es lo necesario, lo lógico y lo imprescindible. Entonces aparece la Universidad aduciendo su famosa autonomía, y el “no te metás” con la enseñanza universitaria. Está bien, no la critico. Pero esa autonomía no debe servir para aislarse de Secundaria, sino para colaborar con ella, y hacer que el difícil puente que se forma en esa etapa de la vida estudiantil, no sea un “puente roto” sino una forma de pasaje coordinado.
En cuanto a lo segundo, dicen que este anteproyecto de ley, lesiona la autonomía de los Consejos Directivos de los servicios docentes. Lo que el art. 203 de la Constitución dice, es que esos Consejos serán autónomos. ¿Qué significa? Que cada uno tiene la facultad de dictar las normas que lo rigen de acuerdo a su materia especial. Lo dice la ley vigente y lo repite el anteproyecto en estudio. Y la materia especial de cada ente, no se toca. Porque lo que se toca, es establecer una planificación coordinada de toda la educación para que el pasaje de uno a otro subsistema educativo, no sea traumático para el estudiante, sino al revés. Es decir, un facilitador para que, lo que se enseña en un subsistema esté en consonancia con lo que el estudiante deberá aprender en el otro subsistema al que necesariamente va a concurrir.
Esa es la verdadera intención de las modificaciones que se proyectan. Pensando en el estudiante, y no en la “chacrita” de cada subsistema y en los egoísmos absurdos de quienes se pretenden dueños. Detrás de todo, está, como siempre, la “maldita ideología”.
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