jueves 25 de abril, 2024
  • 8 am

COVID – 19: Tormenta perfecta

Andrés Merino
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Andrés Merino

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Por Andrés Merino
Parece el nombre de una cooperativa de viviendas, pero no: lamentablemente es otra cepa, recién reconocida de la familia de los Coronavirus, y aunque a muchos lectores el tema ya los esté aburriendo, si tienen un poquito de paciencia, verán que aún hay mucho que decir sobre esto.
» El virus que mata a los jubilados», ya le dicen algunos que se creen graciosos en las redes. Es más: ya hay teorías conspirativas que aseguran que ha sido creado para exterminar segmentos de mayor edad de determinadas poblaciones. Generalmente son los mismos tarambanas que aseguraban que la llegada del Hombre a la Luna se había filmado en un galpón de la NASA. O los que sostenían que el ataque terrorista a las Torres Gemelas y al Pentágono había sido pergeniado por el gobierno americano.
Son, en fin, locas teorías que no resisten el menor análisis. Hasta aquí lo anecdótico.
Sin embargo, y a pesar de que el Coronavirus tiene un relativo bajo porcentaje de mortalidad, si a eso se le puede considerar una buena noticia, su llegada a estas latitudes puede ser muy complicada en varios aspectos.
Es de cajón que llegará a nuestro país, muy posiblemente proveniente de la Argentina, de donde recibimos tantas cosas buenas y malas. Y es precisamente en el vecino país donde se están desayunando de que, por varias razones, la propagación de la enfermedad que produce el virus se puede convertir en una tormenta perfecta.
Sin ser profesional de la salud, me he informado que ese microscópico enemigo encuentra las mejores condiciones para vivir y propagarse justamente en la época del año que tenemos a la vuelta de la esquina: otoño e invierno, coincidentemente con el aumento de resfriados, gripes varias y enfermedades respiratorias agudas.
Yo me pregunto si nuestros servicios de salud y anexos están preparados para afrontar lo que muy posiblemente se nos venga encima en los próximos meses. La Argentina no lo está, y son de conocimiento público las carencias.
Pongamos un ejemplo práctico que nos permitirá imaginar con más claridad lo que puede acontecer: los síntomas de la gripe ocasionada por el Covid 19 son muy similares a los de otras gripes comunes y los miles de ciudadanos que los experimentan año a año no sabrán a ciencia cierta si están contagiados o no de esta novedad. Llamarán entonces a algún número que se publicitará en el cual un médico lo interrogará de cierta manera específica para descartar confusiones. No deberá concurrir de entrada a un sanatorio u hospital a consultar pues, de estar contaminado, lindo desparramo hará de virus en salas de espera colapsadas, etc.. Retomando el ejemplo, el médico que atendió su llamado, ante la menor duda le enviará una ambulancia con personal y equipo preparados para el traslado del paciente a las efectos de hacer los análisis y su posible aislamiento.
Cuántas unidades de traslado se necesitarán, sin resentir los demás servicios? Entrarán a los barrios que ahora no lo hacen gracias a nuestros concuidadanos delincuentes?
Muchas unidades, seguramente, no lo duden. Los pacientes con enfermedades preexistentes o débiles por una u otra razón, una vez confirmado el contagio, pueden muy probablemente, requerir internación intensiva. Cuántas unidades de ese tipo se necesitarán, repito, sin mermar la capacidad instalada para otros pacientes graves y agudos? Y a una persona con un cuadro respiratorio grave se la ayuda a ventilarse con equipos respiradores. Con cuántos contamos y cuántos más habrá que adquirir de urgencia, cuando la demanda mundial estará al máximo?
Preguntas, éstas y muchas más, terribles, que los responsables de la conducción de la salud más vale que ya se estén haciendo desde hace semanas, pues una cosa es hablar del tigre y otra es verlo venir trotando; y hablando de microbios, habrá políticos opositores que aprovecharán tan dramático y posible escenario para cargar sobre el gobierno si lo que se viene los agarra con los pantalones en la mano.
No quiero pecar de exagerado, pero más vale prevenir que no poder curar en este otoño – invierno que se nos avecina.