viernes 26 de abril, 2024
  • 8 am

Dependencias sin sustancias

Gisela Caram
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Gisela Caram

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Ps. Gisela Caram*
Cuando no podemos controlar determinada conducta, y nos invade una necesidad imperiosa, y sumado a eso, lo sentimos como falta, y nos provoca determinado descontrol (humor y/o conducta) y esto va creciendo en la medida que no tenemos “eso” que precisamos, hablamos de dependencia.
Me interesa pensar en otras conductas más frecuentes hoy que no pasan por la ingesta de sustancias, y generan dependencia.
Estas son, por ejemplo, los juegos en red, el ejercicio físico, las compras, determinado tipo de vínculo afectivo, el sexo, etc., y que alejan a las personas de otras actividades.
No me refiero al uso de internet con fines recreativos o del celular como forma de estar comunicado o informado, sino al uso indiscriminado o compulsivo durante parte del día.
Si bien hay corrientes científicas que ven como adicciones solo algunas de estas dependencias, para otras, no lo son.
Más allá de las etiquetas es quizás pensar que donde no hay un control de los impulsos y la conducta se repite, no se puede controlar y afecta nuestra vida de relaciones o vínculos familiares, hay un desajuste.
Los juegos en red han ido ganando su lugar. Juegos donde la conexión, la lealtad a los equipos que se arman con grupos de personas de diferentes lugares del planeta y pasan a ser “amigos” virtuales y de equipo, son parte del mundo de estas personas. Las relaciones sociales se viven a través de la conexión al juego elegido en línea.
La cuestión es que los juegos en red, cuando pasan a ser por más de seis horas diarias, inhiben de hacer otras actividades, recluyen, no se puede abandonar, y se siente dependencia.
Aceptar que tenemos un descontrol en alguna conducta que hoy por hoy es generalizada, como el uso del celular, de Facebook u otras redes, es más fácil que aceptar otras conductas que también son observadas como adictivas, como el impulso a comprar, al ejercicio, al sexo, a la comida, todas estas conductas pueden desajustarse y generar una luz roja, en tanto sean compulsivas y se puedan asumir como un escapismo, una búsqueda de salida al estrés. Poder diferenciar hasta donde podemos tener un escapismo de estos, alguna vez, dónde puede ser vivido como recreativo y dónde lo recreativo pasa a ser una dependencia, es la cuestión.
Pues es claro que frente a conductas que hoy por hoy son generalizadas, como el uso de internet, o del celular, no podemos decir que tenemos una adicción.
El autocontrol en el manejo de estas conductas que provocan placer, liberación, excitación, es todo un tema, y puede ser un factor de riesgo.
Riesgo en tanto toca la “fuerza de voluntad”, y ésta, regula la conducta en cuanto al objetivo y los logros.
Hay quienes tienen una necesidad a corto plazo y la ansiedad no la manejan, por tanto la voluntad, tiene corto alcance.
Otros, que pueden esperar, aún teniendo el mismo objetivo. Manejan mejor la espera de respuestas a largo plazo, por tanto, el manejo del objetivo de logros, lo pueden disipar, ya sea, por su esquema de valores morales y sociales, que actúan como barrera y/o freno.
Por tanto, el CORTO o LARGO PLAZO, ocupa un lugar muy sutil a la hora de pensar si tenemos dependencia de algo o no…pues quien tiene gran fuerza de voluntad, lo puede disimular.
El caso es que, para saber si tenemos o no un problema, hay que valorar la vida en general, la calidad de vida. Tener en cuenta lo físico, psíquico y cognitivo. Cuando el único motivador se vuelve el juego, o la compra o lo que sea una descontrolada necesidad, se va perdiendo la conexión con la familia, u otros intereses de la vida, “la obsesión por” pasa a ser el motor único.
No es fácil pensar solos en esta problemática, pues podemos estar cómodos o felices o engañarnos, ejecutando tal o cual conducta sin límites.
Generalmente hay alguien al lado que “nota”, esto que puede estar invadiendo a una persona yéndose de las manos, y, perturbando el clima familiar.
*Especialista en Vínculos