sábado 20 de abril, 2024
  • 8 am

No se olviden de los pobres

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Padre Martín
Ponce De León
La primera vez que manifestó tal cosa sentí crecer en mí una suerte de compromiso.
Luego, me parecía, una solicitud demasiado suave ante mucha gente que no tiene idea de la pobreza de tantos.
Hay muchos que tienen estigmatizados a los pobres. “Están así porque quieren”
Hay muchos que desprecian a los pobres porque ven en ellos un motivo que afea al paisaje. Como si los pobres fuesen un objeto dentro del paisaje urbano.
Hay muchos que ni idea poseen de la realidad de pobreza en la que viven algunas personas de aquí y de hoy.
Yo no conozco a “los pobres” pero sí conozco a fulano, a sutano y a mengana que son pobres.
Eso es lo primero que debemos tener en cuenta para no olvidarnos de ellos. Son personas y merecen nuestro respeto.
Nuestro respeto aunque se emborrachen o se droguen.
Nuestro respeto debe comenzar, siempre, por saber sus nombres y poder tratarlos personalizadamente.
Los pobres no son otra cosa que personas que, por diversas realidades de sus vidas, han caído en desgracia y no han sabido o no han podido salir adelante.es evidente que no faltan aquellos que han hecho de su pobreza todo un estilo de vida. Pero estos son, generalmente, los menos ya que muchos no están satisfechos con vivir sumergidos en una pobreza que está muy cerca de la miseria. O con una miseria que está muy distante de la pobreza.
No se olviden de esos que llegan a su casa y no tienen una cama donde recostarse a descansar un sueño.
No se olviden de esos que no tienen agua en su casa y deben pedir a algún vecino un bidón con agua para todos sus usos.
No se olviden de esos que solamente pueden bañarse en su casa con algún trapo húmedo.
No se olviden de los que comen de lo que encuentran hurgando entre los residuos de otro hogar.
No se olvide de aquel que siente el llanto de hambre de sus hijos no tiene con qué calmarlo.
No se olviden de aquel que llega ebrio a su casa para no escuchar el llanto de sus hijos porque tienen hambre.
No se olviden de aquella que ve a sus hijos crecer alimentados con mate dulce.
No se olviden de aquellos que viven cobijados entre cartones y nylon.
No se olviden de aquel que hace mucho tiempo no conoce el uso de un jabón puesto que ni se lava ni se ducha.
Un día entré al único espacio de una casa. En un rincón una mesa con una garrafa y era la cocina. Una cantidad de camas rodeaban las paredes del espacio y en el centro un cuadrado de chapas de más o menos medio metro de alto y me explicaron era el baño. Allí todos los olores se juntaban en aquel espacio que por toda ventilación tenía la puerta y el barro del suelo.
No se olviden de aquellos que únicamente se alimentan de los fideos que reciben desde alguna ayuda social.
No se olviden de los pobres y tal grito debe ser mucho más fuerte que un pedido o una súplica puesto que la gran mayoría no conoce la realidad de tantos pobres.
No se olviden de aquella persona incapaz de moverse y pasa la gran mayoría de sus horas diarias en soledad y consigo como única compañía.
No se olviden de los pobres y ello no debe responder a un arrebato de bondad sino a la esencia de nuestra realidad cristiana y humana.
No se olviden de los pobres y me alegro cada vez que le escucho decirlo puesto que es muy bueno que lo mencione y, algún día, hará su solicitud denunciando realidades que muy bien conoce.