jueves 25 de abril, 2024
  • 8 am

Un cambio para analizar

Por Juan Carlos Ambrosoni
Pasó el particular 2020 y con él las últimas elecciones departamentales. En Salto el panorama presentaba tres fuertes candidatos: Por el FA Andrés Lima, por el PC Germán Coutinho y por el PN Carlos Albisu. La ciudadanía votó y decidió que el FA ganara siendo Andrés Lima reelecto Intendente con el 40,5c% de los sufragios, seguido por un 35,3c% del PN y un 19,6c% del PC, el resto fueron votos en blanco, anulados y de la UP.
Nuestro sistema político nacional es claro, se divide en dos grandes bloques, uno de centro-izquierda conformado por la coalición del FA y el otro de centro-derecha integrado por los partidos tradicionales y ahora también CA. Pero las elecciones nacionales y departamentales son diferentes, en las primeras rige un sistema de mayoría absoluta a dos vueltas y en las departamentales rige ley de lemas, donde gana el candidato más votado del partido más votado. Al ser distintas configuran escenarios distintos, las elecciones nacionales tienden a ir a segunda vuelta, permitiendo uniones electorales y la formación de una coalición. Dicha formación de coalición no aplica a niveles departamentales por no haber segunda vuelta. Los resultados electorales locales arrojan el mejor ejemplo: El FA logra un 40,5 % y el bloque de centro-derecha, si suman sus votos, obtienen un 54,9 %, pero al no hacer alianzas y no sumar juntos en una segunda vuelta el FA gana. Estas elecciones siempre dan un partido ganador que se lo lleva todo (Gobierno y mayoría legislativa) y el resto perdedores que no ganan prácticamente nada. Podría decirse -y se dijo- que los partidos del bloque vencido votaran al lema (partido) con -a percepciones- más oportunidades de ganar, pero esto no es nada fácil si se analiza desde el llano. Primero, la cantidad de agrupaciones que conforman los partidos realizan muchos esfuerzos como para «bajarse» unos días antes de la elección; segundo: dejarían a su partido sin representación legislativa, la que en caso de formar una eventual coalición sería la garantía de la misma; tercero: esto deja una situación de incertidumbre a dichos partidos que en caso de bajarse y ganar la elección en bloque formarían una coalición informal, careciendo de fuerza y autonomía, por lo que la ley de lemas no permite configurar estas coaliciones formales y genera escenarios como el que vimos en nuestro departamento, los partidos que se unieron en noviembre de 2019 no lo pudieron repetir en 2020.
Es claro, los partidos del segundo bloque tendrán al menos que plantear la continuidad de ley de lemas, el escenario que se dio en Salto puede repetirse o darse en otro departamento. Es un tema que no se puede aludir, teniendo en cuenta que los bloques rigen desde 1995 y esto no parece tender a cambiar en un futuro cercano, por lo que si se quiere seguir la línea nacional en lo departamental habría que plantearse el análisis de una hipotética Reforma Constitucional que permita pasar al régimen de mayoría absoluta a dos vueltas. Una reforma constitucional no es para nada sencilla por todo lo que conlleva, pero tiene que estar arriba de la mesa para que el bloque de centro-derecha pueda trascender lo nacional para desembarcar en lo departamental y así no dejar pasar la oportunidad de gobernar de manera conjunta, con la representación clara de todos los partidos como lo hace hoy el gobierno nacional. No se trata de fusiones partidarias, se trata de familiarizarse a los tiempos que corren y unificar el mapa político de carácter nacional y departamental.