Por Pablo Perna
Luis Lacalle Herrera, cuenta que cuando tenía 13 años, frente a su abuelo Luis Alberto de Herrera, infiere improperios sobre el fundador del Partido Colorado, Don Fructuoso Rivera, por lo que el caudillo nacionalista lo increpa enérgicamente sosteniendo: «respete compañero, es un héroe de la patria».
La vida de Rivera ha sido una de las más fantásticas que ha tenido la historia de nuestro país; no tengo dudas que de no haber existido las victorias obtenidas por Rivera, hoy el Uruguay no hubiese existido como país independiente.
Desde sus inicios en 1811 fue el segundo en mando de Artigas, teniendo un rol trascendente en la Batalla de las Piedras, derrotando en primer lugar a los españoles; en segundo lugar en batalla de Guayabos derrota al Gobierno de Buenos Aires; estuvo presente en el primer y segundo sitio de Montevideo. En 1820 mientras todos traicionaban a Artigas, fue el último Jefe en acompañarlo hasta que decide el prócer retirarse al Paraguay.
Ante la derrota, llega a un acuerdo con los portugueses, bajo dos condiciones, la primera: que se mantuviera bajo su mando una tropa armada y autónoma, la que estaba integrada por orientales e indios; y segundo: que el invasor no desalojara a los criollos beneficiados por el Reglamento de Tierras de Artigas. Este acuerdo permitió en el futuro darles la victoria a los «33 Orientales», cuando en 1825 en el arroyo el Monzón, Rivera acuerda con Lavalleja aunar esfuerzos para expulsar definitivamente a los portugueses de nuestro territorio. Fue protagonista de la Declaratoria de la Independencia del 25 de agosto de 1825 y de la Jura de la Constitución de 1830, logrando que nuestro país sea lo que es hoy, convirtiéndose de esta manera en el Primer Presidente de la República.
En 1834 asume la Presidencia Oribe, quedando Rivera como Comandante General de la Campaña; pero el Presidente nacionalista rompe la promesa que le había dado suprimiendo el cargo y en su lugar coloca a su hermano. Dichas controversias culminan en la Batalla de Carpinterías el 19 de setiembre de 1936, perdiendo Oribe la batalla y renunciando a la Presidencia, asumiendo por segunda vez la primera magistratura Rivera. Nacen de esta manera los Partidos Tradicionales; los que usaban vincha blanca se convertirán en el Partido Nacional y los de vincha colorada, en el Partido Colorado.
Desde ese entonces en el pasado se ha construido una «leyenda negra» en contra de su figura, orquestada por los opositores de aquel momento; y en el presente la izquierda también ha pretendido crear un nuevo relato de la historia, llamándolo hasta «genocida» por haber matado a charrúas. Este punto será tema de próximas columnas.
Ya avanzado en edad, en setiembre de 1853, a los efectos de apaciguar guerras civiles internas, lo convocan para conformar un Triunvirato conformado por notables, que sustituiría la figura del Presidente; estaría integrado por Rivera, Lavalleja y Venancio Flores. Quiso el destino que Lavalleja al mes de haber asumido, muere repentinamente por un ataque, tenía 69 años; y Rivera que se encontraba en Brasil, en el trayecto hacia Montevideo para asumir el cargo, cuando se encontraba por Dolores, el 13 de enero de 1854, también de forma repentina, por «ataques de ahogo», muere, tenía 70 años. Cuenta la historiadora Marta Canessa, que el cuerpo fue puesto en un barril de caña para conservarlo, siguiendo la caravana hasta la Capital; se dice que en el trayecto los soldados se acercaban y tomaban la bebida espirituosa para obtener la fuerza del caudillo, en clara señal de comunión y respeto.
Al decir de Julio María Sanguinetti, Rivera no necesita defensa, simplemente vasta explicar, contar y narrar los hechos. Para aquellos ciegos que no quieren ver y en homenaje a los 167 años del fallecimiento del fundador del Partido Colorado, dedico este pequeño homenaje.
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