La hazaña del Rincón. Rivera derrota al ejército invasor.
Por Leonardo Vinci.
Tras el abrazo del Monzón, no sólo 33 valientes se aprestan a luchar para liberar a la Banda Oriental de la ocupación militar del Imperio.
La hora ha llegado y centenares de hombres armados, bajo las órdenes del General Fructuoso Rivera, presentarán batalla.
El día 20 anota en su diario el ayudante José Brito del Pino «Esta noche hizo un frío cruel. Varios soldados se cayeron de los caballos yertos. Uno de ellos quedó en el campo…» enterado el general «lo hizo abrigar y conducir conmigo a la columna. También me ordenó que le dijese al Comandante Quinteros – ¿Cómo dejaba a sus hombres abandonados en el campo? Encendimos grandes hogueras para medio templarnos».
Rivera- que cuenta con menos de 300 hombres- estando en Tranqueras, recibe valiosa información, cambia de rumbo y le informa a Lavalleja el 21 «he resuelto en este momento dirigirme sobre el depósito de los enemigos en el Rincón de Haedo, llevando alguna fuerza para esta empresa, que no quiero fiar sino a mí mismo.»
Convoca a una junta de guerra e informa al estado mayor su plan para entrar al Rincón con 250 hombres y apoderarse de toda la caballada de los brasileños.
Bien protegidos por la espesura del monte, el 24 al amanecer, los patriotas atacan a unos 20 soldados del imperio que protegen la entrada al «Portón del Rincón».
La guardia imperial es arrollada y los orientales capturan en un par de horas miles de caballos.
Entonces, Rivera es enterado que una peligrosa columna de 700 brasileños se acerca.
Todo indica que debe retirarse rápidamente para evitar que le cierren el paso.
Pero ya es muy tarde.
El propio Don Frutos reconocería tiempo después que los brasileños «… venían haciendo las marchas más extraordinarias y precipitadas que podía imaginarse…»
En vez de huir, escapando de una trampa mortal, ordena ocultarse en una región pantanosa en las costas del río Negro.
El regimiento 24 del ejército invasor al mando de Mena Barreto no se percata de la presencia de los orientales; tampoco los nota el regimiento 25 comandado por Gómez Jardim.
Los 40 tiradores de Más y Benavídez abren fuego y sorprenden a los brasileños.
Rivera al frente de sus hombres, en medio de la mayor confusión de las tropas enemigas, se lanza a la carga.
El Coronel Juan Antonio Vázquez dice que el choque es tan sorpresivo y violento que las ya desordenadas filas brasileñas apenas tienen oportunidad de ensayar algunas descargas poco eficaces, para verse enseguida arrolladas a lanza y sable, sin ninguna posibilidad de reacción, y se dispersan huyendo.
Caen muertos en combate 150 soldados, entre ellos, su comandante. Otros 300 son tomados prisioneros, perdiendo sus equipos, armas y municiones.
Con grandeza de espíritu y extraordinaria generosidad, Rivera envía los prisioneros heridos para su hospitalización y asistencia a manos de su General, gesto que Abreu agradece profundamente.
Don Frutos deja a pie a los brasileños llevándose 8.000 caballos y le dice a Lavalleja que el Coronel Abreu está con 600 hombres «… pero sin caballada para emprender cosa alguna; toda la costa del Uruguay está libre hasta Misiones».
Horas después, ordena formar la división y les expresa su admiración a los heroicos compañeros en la memorable acción del 24, agregando que la fama de su valor y heroicidad será transmitida por nuestros paisanos «a la historia, y ésta a la posteridad más remota. Ésta observará asombrada lo que pueden los esfuerzos de los héroes de la libertad oriental y vuestro nombre será pronunciado con entusiasmo y respeto. Vuestro General hoy asegura con su corazón que con tales valientes nada tiene que temer en lo restante de la campaña, y toda vez que lidiemos con nuestros enemigos, la victoria coronará y esto formará la mayor gloria de vuestro Jefe y amigo. ¡Viva la Patria!»