jueves 21 de noviembre, 2024
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La censura y el fascismo

Leonardo Vinci
Por

Leonardo Vinci

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Por Leonardo Vinci.
A petición del Concilio de Trento, celebrado en 1564, el Papa Pío IV promulgó el primer «Index librorum prohibitorum», o sea, el índice de libros censurados cuya lectura estaba prohibida para los católicos.
Estas cuestiones no fueron propias únicamente de la sociedad europea de aquel entonces, porque el famoso «Index» (actualizado) llegó a publicarse hasta en 1966, cuando Paulo VI lo suprimió.
En realidad, la censura religiosa ya existía en 1515, pero mediante estas listas de libros, se llegaron a prohibir obras tales como «Diálogos» de Galileo Galilei.
Por increíble que parezca, los cuestionamientos sobre Galileo fueron revisados recién en 1992, cuando el Papa Juan Pablo II reconoció «el error de los teólogos de la época», precisando que «a la Biblia no le conciernen los detalles del mundo físico, cuya comprensión es competencia de la experiencia y el razonamiento.»
Otras expresiones del oscurantismo aún no han cumplido 100 años, como la ceremonia encabezada por Joseph Goebbels- Ministro de Propaganda de Hitler- cuando los nazis se reunieron en una plaza para quemar 25.000 libros.
Fue un 10 de mayo de 1933, cuando docentes y universitarios irrumpieron en centros de estudio, bibliotecas y librerías para retirar libros y quemarlos en hogueras públicas, buscando «purificar» también la cultura alemana.
Las obras destruidas pertenecían a escritores o pensadores judíos, o exponían ideas contrarias al nazismo, o expresaban planteamientos de libertad y Derechos Humanos.
Durante el período nazi – fascista alemán, los autores o artistas que pronunciaran opiniones diferentes a las del régimen eran considerados enemigos y por lo tanto sus obras eran destruidas.
Hemingway, Freud y Einstein cayeron en esa redada.
Y- por las dudas- los nazis también retiraron de los museos cuadros de los pintores Van Gogh y Picasso.
En tiempos recientes, la censura «vive y lucha» en Cuba, donde no sólo existen libros prohibidos, sino que un Decreto requiere que los artistas o autores obtengan aprobación estatal antes de exponer su obra.
Naturalmente que todas las dictaduras- incluyendo la que padecimos años atrás- prohíben y limitan la libertad de expresión.
¿Y por casa, cómo andamos?
Resulta que una librería del barrio 40 semanas en la capital, decidió «vetar» a Mercedes Vigil y retirar sus obras de los anaqueles.
Ha informado «Montevideo Portal» que en las últimas horas, el establecimiento «Libros Angel», situado en Bulevar Batlle y Ordóñez y Mariscal Joffre, anunció que dejará de vender las obras de la autora.
La decisión tomada por los dueños de la librería se debe a que la escritora lidera un grupo de la sociedad civil que pide la liberación de ex militares y ex policías que cometieron delitos durante la dictadura uruguaya.
Fuese por lo que fuese, parece que los vecinos del «40 semanas»- de aquí en más- sólo podrán comprar los libros elegidos por los dueños de la librería de acuerdo a su ideología.
Para este análisis, poco importa si coincidimos o discrepamos con la línea de pensamiento de la Sra. Vigil, porque aunque estuviéramos en la vereda de enfrente, sería aplicable la famosa frase de Voltaire o Hall «Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo».
Lo cierto es que debemos ser respetuosos por el fundamental derecho a la libertad que todos tenemos para expresar nuestras opiniones.
Convengamos que es muy peligroso para una sociedad democrática aceptar focos de intolerancia de esta magnitud.
Al fin de cuentas, la censura y el fascismo, van de la mano.