jueves 25 de abril, 2024
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La huella ambiental y reducción de metano implican una oportunidad

El vicepresidente del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) e investigador Senior de la Universidad de Columbia (Estados Unidos), Walter Baethgen, dijo que en la reciente conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático COP26, se definió en el caso específico de la producción agropecuaria, que el 80% de las emisiones de efecto invernadero de Uruguay provienen del metano que generan los rumiantes, pero de acuerdo a los trabajos de la comunidad científica, “las vacas no están en la lista de las actividades que pueden impactar rápidamente en las emisiones de metano”, afirmó. Las oportunidades inmediatas “vuelven a marcar a los combustibles fósiles y en las minas de carbón”, señaló.
Baethgen planteó incluso que el objetivo de bajar las emisiones de metano “ya se puede alcanzar” y con “ganancias para las industrias de gas natural y petróleo”, porque al capturar el metano que están perdiendo “lo pueden vender como gas natural”, por lo cual “no hay ninguna razón para no hacerlo”.
Con una mirada más local sobre la responsabilidad que le toca a Uruguay en este asunto, el investigador afirmó que el país “está haciendo las cosas bien”, ya que “tiene una matriz energética que es un ejemplo para el mundo. Prácticamente el 100% de la electricidad es renovable y 50% de la energía total es renovable”. Por lo tanto, “Uruguay no tiene que asustarse” por este tema, sostuvo.
El vicepresidente del INIA analizó que lo importante es bajar la intensidad de las emisiones de metano, lo que implica reducir la cantidad emitida por cada kilo de carne o litro de leche producidos.
Para concretar ese propósito, se requiere “aumentar la eficiencia” productiva. Por ejemplo, “si se incrementa el porcentaje de parición del rodeo uruguayo se estará produciendo más carne y emitiendo menos metano por kilo de producto”, explicó.
En tal sentido, enfatizó: “voy a estar produciendo más terneros emitiendo menor cantidad de metano por cada ternero”.
Otro aspecto considerado a favor de la posición uruguaya en el mundo, según el científico, es que la producción ganadera local no supone la “destrucción de un bosque tropical”, sino la explotación en un “ecosistema natural que se mantuvo en equilibrio durante millones de años, porque siempre tuvo herbívoros pastando en ese lugar. Si saco esos animales que están pastando en ese campo natural, entonces la pastura se degrada”, sostuvo.
En cuanto al rol del INIA en ese asunto, el jerarca de dicho instituto comentó que ese organismo está “estudiando si genéticamente hay animales que tienen mayor eficiencia en la conversión de pasto en carne”. El resultado es que “comiendo la misma cantidad de pasto producen más carne y emiten menos metano”, resumió.
Respecto a la capacidad de medir el impacto del agro en las emisiones de gases de efecto invernadero, Baethgen dijo que se está avanzando muy bien. “Hay que presentar la información correspondiente y asegurarse de que cuando hagamos los cálculos de nuestra huella, que sea con nuestros datos y no con una vaca lechera de Polonia”, enfatizó.
INIA, a través de distintos trabajos científicos, está midiendo las emisiones de los vacunos y, al mismo tiempo, realizando esos estudios de conversión de alimento en carne, entre otros puntos. Adelantó que “hay un avance grande y en muy poco tiempo habrá información disponible para todo el mundo. Uruguay sigue estando frente a una gran oportunidad como país productor de alimentos” de mostrar su huella ambiental.
Señaló que la estrategia pasa por “aumentar la eficiencia a través del aumento de la productividad, bajando las emisiones” de gases de efecto invernadero.
Resaltó además otras políticas enfocadas en el cuidado de los recursos naturales en el sector agropecuario, como los planes de uso y manejo de suelos.
Al tiempo, explicó que una vez que se emite el metano, este permanece 10 años en la atmósfera, y “si logramos reducir las emisiones netas de metano inmediatamente tendremos un efecto sobre la temperatura del mundo”.