
En las cañerías y las cloacas circula una de las claves para el manejo de la post-pandemia del covid-19. Incluso podría esconderse allí una de las soluciones para acabar con el testeo masivo en busca del coronavirus. Porque en las aguas residuales los científicos están encontrando más respuestas de las imaginables: la fecha en la que ingresa cada nueva variante viral, la circulación comunitaria del virus, el sub-diagnóstico de los infectados y hasta curiosas mutaciones que jamás fueron halladas en las pruebas biológicas con humanos. Por eso, en los laboratorios del Instituto Clemente Estable y de Facultad de Ciencias tienen frascos con aguas servidas de Salto, Montevideo, Rivera y Cerro Largo a efectos de develar en qué fecha exacta ingresó ómicron a Uruguay.
DATOS
De acuerdo a la información que publica diario El País, los datos clínicos, esos que surgen de los hisopados a los infectados, indican que el primer paciente con ómicron en Uruguay fue hallado el 14 de diciembre. Pero el equipo interdisciplinario de la Udelar -en el que intervienen expertos de Ingeniería, Ciencias, Medicina, la intendencia capitalina y la OSE- tiene la sospecha de que la introducción de esta variante puede haberse dado incluso antes. Y la manera de comprobarlo sería a raíz de los fragmentos del virus que quedan circulando en las cloacas, carecen de capacidad infectiva, pero conservan más información de la que se imagina.
ÓMICRON SUSTITUYE A DELTA
Ómicron está sustituyendo a la variante delta más rápido de lo imaginado por los científicos. Incluso más rápido que lo observado en Estados Unidos. Porque en las unidades de cuidados intensivos, en donde delta suele fortalecerse dada su capacidad de replicarse más en los pulmones y agravar la enfermedad, la sustitución de una variante por otra parece un hecho.