jueves 28 de marzo, 2024
  • 8 am

Los pasteles del intendente

Gustavo Varela
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Gustavo Varela

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Por el Esc. Gustavo Varela
Cada vez que un Intendente es llamado a Sala por la Junta Departamental, se crea una expectativa mayor, en función de que los temas a tratar generalmente tienen un condimento político especial.
Tal fue el caso de ésta semana, donde nuestro rocambolesco Intendente, fue llamada para brindar explicaciones por la repartija que está llevando a cabo de terrenos, ya que no tiene otra cosa para hacer, por la situación económica de la comuna.
Del objeto del llamado podemos afirmar sin ningún prurito, que nada nuevo bajo el sol surgió del mismo.
Todos y cada uno de los Intendentes utilizan los terrenos de la Intendencia y en algunos casos “ajenos”, para dejar contenta al pueblo, dando en todas las formas jurídicas posibles, pues terminan siendo definitivas “per se”, o sea por sí mismas.
La única diferencia, es que los otros Intendentes algo hacían, y éste, nada.
Lo que sí me impresionó, fue el desprecio en el tono utilizado por el viajero jerarca, para con la Junta, y más con quién presidió la misma.
Y específicamente, cuando en un tramo del llamado, les intentó dar una didáctica clase de pasteles y empanadas, para explicarles que, así como la gente ve un pastel y el mismo puede ser de membrillo, de dulce de leche, de crema e inclusive una empanada de carne, podían decir una cosa (que regala terrenos) pero que en realidad es mucho más altruista la intención (que hace tarea social).
O sea, se ve una cosa y es otra.
Por eso me pareció que muchas veces, como lo dice “Andrés Gulliver Lima” lo que vemos y no nos gusta, no es la realidad.
La realidad es otra.
A modo de ejemplo, podríamos citar que el puente de tablas y cuerdas, que vemos en la Costanera, es una obra de ingeniería cómo él lo expresó en la inauguración.- O cuando vemos y nos enojamos en la situación que tiene las calles y los caminos de Salto, es simplemente que está preparando a Salto para que se vea como el paisaje lunar.
Absurdo, y ridículo el jerarca, como nos tiene acostumbrados.
Por otra parte, saca a relucir una soberbia que no es buena consejera.
En un pasaje de la sesión expresó que “antes de que estuviera Lima, el Barrio Las Ranas no tenían agua, y ahora, cuando se vaya Lima, la van a tener.
Cuanta soberbia de parte de quien quiere fungir en la alta política nacional.
Debiera acordarse de la altanería y soberbia de algunos antecesores, que así les fue en sus carreras políticas.
La historia popular francesa cuenta que en octubre de 1789 María Antonieta, molesta por las movilizaciones frente a su residencia en Versalles y ante el comentario que manifestaba que el reclamo popular se debía al hambre del pueblo, manifestó: “Qu’ils mangent de la brioche!”.
Déjalos comer pastel.
Quizás se recuerde el final de María Antonieta.